viernes, 29 de junio de 2012

El amaru




Fotografías (de arriba – abajo):
1. Amaru-conopa. Cerámica modelada. Siglo XIX. Cusco. Colección Museo Nacional de la Cultura Peruana.
2. Amaru. Madera tallada. Mediados siglo XIX. Sierra sur andina. Fuente: http://pablomacera.blogspot.com.es/2009/09/la-vocacion-por-la-historia-y-otros.html
3. Amaru-teja. Cerámica modelada. Probablemente de  Aymaraes o Andahuaylas (Apurímac). Fuente: http://pablomacera.blogspot.com.es/2009/08/el-amaru-teja.html


Por Sirley Ríos Acuña

Es una figura simbólica, mítica y religiosa que forma parte del panteón andino. Se ha mantenido vigente desde tiempos antiguos hasta nuestros días tanto en la tradición oral como en la producción plástica.

Durante la época colonial esta deidad fue representada en cerámica, keros y en otras expresiones artísticas. En el siglo XVIII aparece con una forma cercana a la de un león coronado. Posiblemente sin alusión a la monarquía española sino, según Pablo Macera, como una reivindicación de Amaru Condorcanqui.

En el siglo XIX las figuras del amaru ya no tienen corona y se acentúan sus rasgos como círculos en el cuerpo, melena, rostro felínico y orejas pequeñas.

Está vinculado con las cochas y pacchas. El amaru se encuentra asociado también a la serpiente y al felino (otorongo) amazónico. Es frecuente en el sur andino. Macera los asocia con la regulación de las lluvias, los ríos y las lagunas, es decir, a las aguas del cielo y de la tierra. De allí que su función sea proteger a los hombres de las sequías o la abundancia excesiva del agua. Los amarus en el Cusco se emplean en los ritos al agua y a la pachamama.           

(*) Pieza del mes del Museo Nacional de la Cultura Peruana (MNCP): noviembre 2001.
(**) Publicado originalmente en la página web del MNCP en 2002.



No hay comentarios:

Publicar un comentario