jueves, 13 de diciembre de 2012

De la selva sus amigos. Wilberto Casanto Ríos



Fotografías (de arriba-abajo): Archivo Seminario de Historia Rural Andina-UNMSM.


Globalización y plástica amazónica

Las figuras míticas pintadas por los bora y tikuna sobre cortezas vegetales (llanchamas) son la expresión más conocida del estilo pictórico bidimensional de la plástica nativa amazónica. Desde hace dos décadas, la crítica artística peruana y mundial ha puesto atención en esta propuesta abriéndoles espacios en las principales galerías de las metrópolis internacionales. Sin embargo, la globalización asimila el arte naif desde una óptica consumista, y trata así de imponer sus propios gustos a los artistas nativos, limitando su espontaneidad temática para reducirlos a la categoría de productores en serie de postales paisajistas y exóticas.

Los pintores mestizos y extranjeros egresados de escuelas (Usco Ayar, Escuela de Arte de Iquitos, escuelas de arte internacional) han adaptado, en cierta manera, estilos y formas a la demanda mundial de arte étnico. Por su parte, los artistas nativos autodidactas, aún no dependientes del consumo occidental, han logrado combinar de manera creativa algunas técnicas de la pintura europea con la sensibilidad estética adquirida en la selva amazónica. Esta expresión costumbrista naturalista, en esencia mixta, emplea libremente tintes naturales (achiote, palillo, huito), tierra de color , plumones, témperas, esmalte, acrílico, y sus soportes son múltiples (llanchamas, madera, tela y cartulina).

Las pinturas asháninkas que ahora presentamos pertenecen a la colección personal del doctor Pablo Macera, quien desde hace más de cuarenta años ha venido reuniendo expresiones y materiales de la cultura popular peruana en sus vertientes andinas y amazónicas.


Wilberto E. Casanto Ríos

Los jóvenes generaciones asháninkas encuentran en el arte una forma de afirmación cultural. Wilberto Casanto, natural de la comunidad de Renacimiento de Kivinaqui, es un joven pintor autodidacta cuyas obras recogen la tradición oral aprendida de su abuelo y de su padre, el narrador - pintor Enrique Casanto. Desde niño, entre mitos y leyendas de la fauna amazónica, Wilberto forja su propio mundo visual y, de acuerdo con la cosmovisión de su pueblo, nos ofrece una visión cálida de la fauna amazónica. Su obra, desarrollada entre los años 1999 y 2003, plasma una relación verdaderamente humana con la naturaleza, y se caracteriza por el empleo de colores vivos, como los plumajes de las aves de pinta. Muchas de ellas sólo tienen nombre asháninka, (paró, compero, sanantzi), y son poco conocidas por la comunidad científica.

La variedad cromática lograda mediante el diestro empleo del plumón sobre cartulina está compuesta por una serie de matices verdes, marrones, amarillos, grises y rojos, con lo cual logra distinguir entre las hojas el platanillo del Chupasangre, entre troncos y árboles al palo bandera, cético, quina quina, entre otros. A pesar de su juventud, Wilberto manifiesta un uso maduro del contraste de colores, y a partir de ello distingue las tonalidades del plumaje de las aves y el pelaje de los cuadrúpedos, mostrando de manera creativa la comunidad faunística del Perené. En sus trabajos podemos encontrar así varios planos espaciales complementarios, utilizando con sencillez y frescura las tonalidades del verdor amazónico, el amanecer o el atardecer, para retratar con realismo a sus amigos, los animales de la selva.


Tradición y realismo naturalista

La pintura de Wilberto tiene un profundo contenido mágico porque se nutre de las historias que los asháninkas cuentan sobre los espíritus de los animales. Wilberto cree que hubo un tiempo antiguo donde los animales fueron personas, y sólo perdieron esa apariencia humana cuando adoptaron hábitos que infringieron las normas de convivencia comunitaria. Esa es la historia del shansho u hoatzín, ave peculiar de la Amazonia, que según la tradición oral fue en épocas milenarias un pescador descuidado. Este hombre pescaba con trampa, pero cierto día se encontró con la Dueña (madre) de las anchovetas. El ser mágico reprocha al hombre por el exterminio de sus hijos, y luego, enfurecido, lo convierte en un shansho.

Existe un realismo naturalista en las obras de Wilberto, matizado por la exquisita sensibilidad de un artista libre de condiciones académicas. Más allá del trazo perfecto, su pintura tiene un espontáneo hálito de vida y movimiento. El trasfondo ecologista de sus pinturas responde a la cosmovisión de su pueblo, pues trasciende los aspectos materiales de la fauna amazónica porque busca permanecer en nuestra conciencia, recordándonos del peligro que entraña la desaparición de cada uno de estos animales hijos de la madre tierra amazónica.

Por ello, su arte trasciende la coyuntura, y no trata de satisfacer la moda étnica occidental, sino que a partir de sus propias temáticas encuentra un espacio propio dentro de la modernidad. Wilberto es un artista privilegiado por haber crecido en comunión con la naturaleza fantástica amazónica, donde las sensaciones e imágenes fluyen libremente en el alma humana, y por eso, aun cuando respeta las técnicas académicas en uso del espacio, no se constriñe a un marco estético de gabinete, sino que pinta libremente, como si supiera que sus trazos son guiados por la magia de sus antepasados.


Curadora: María Belén Soria Casaverde
Fecha: Lima, 6 de mayo al 24 de junio de 2005
Lugar: Sala de exposiciones Colegio Real. Psje. Simón Rodríguez 655, Lima (costado del Congreso)


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