miércoles, 26 de junio de 2013

Homenaje al matero de Catacaos: Juan Ramos Cárcamo



1. Juan Ramos Cárcamo. Matero de Catacaos, Piura. Falleció el 12 de junio de 2013. Fotografía: Sirley Ríos Acuña. Marzo, 2010.






2, 3 y 4 Juan Ramos Cárcamo. Matero de Catacaos, Piura. Ceremonia de premiación de Personalidad Meritoria de la Cultura otorgada por el Instituto Nacional de Cultura de Perú. Fotografías: Sirley Ríos Acuña. Marzo, 2010.





5 y 6 Mates decorados. Calabazas buriladas, desbastadas, pirograbadas y pintadas con ácidos. Obras de Juan Ramos Cárcamo. Catacaos, Piura. Fotografías: Sirley Ríos Acuña. Marzo, 2010.






7, 8 y 9 Detalles de mate decorado. Calabaza burilada, desbastada y fondo negro. Obra de Juan Ramos Cárcamo. c. 2010. Catacaos, Piura. Fotografías: Sirley Ríos Acuña. 2013.





viernes, 21 de junio de 2013

La presencia del Corpus Christi en la pintura popular del Cusco (*)


Por Sirley Ríos Acuña


El arte pictórico peruano, de larga data, tuvo un gran desarrollo en el Cusco que se manifestó en la generación de estilos particulares de carácter religioso y profano. Esto permitió el surgimiento de pinturas populares en el ámbito urbano y semi-rural como las pinturas de picanterías y chicherías del Cusco que en la década 50 del siglo XX eran de 3 tipos: las realizadas en hojalata o calamina, en tela y en muro. 

Otra clase de pintura popular cusqueña es la de tema religioso. Las banderas con la imagen religiosa, realizadas para las fiestas patronales y colocadas en el patio o ventana de las casas de los mayordomos como señal de quiénes son los encargados de organizar  la festividad.

Dentro de esta producción  popular destacan las obras realizadas en el Barrio de San Blas y al interior del taller de Hilario Mendívil, destacado imaginero cusqueño que también incursionó en la pintura pero no de manera notable, como por el contrario sucedió con el llamado “pintor de pendonería”, Julio Villalobos Miranda. Este último artista no sólo se dedicó a realizar pinturas de picanterías o chicherías sobre hojalata, sino “altares portátiles” del Corpus, adornos y flores; tallados de madera e imaginería representando la procesión del Corpus; incluso pintó banderas, estandartes y “julcas” religiosas. Al bajar la demanda de estas obras es incentivado por Alicia Bustamante, en la década del 50, para pintar sobre tocuyos escenas procesionales del Corpus Christi, dispuestas en largas bandas, de 8 a 10 metros y hasta más; además, de otros temas costumbristas de menor dimensión. A Villalobos se le encuentra trabajando en el Taller de Mendívil en donde también se producían pinturas. De ahí que exista confusión en la autoría de estos trabajos pictóricos salidas de taller y las que generalmente se atribuyen a Hilario Mendívil, quien incluso a veces firmaba sus obras. 



1. Banda con la representación del Corpus Christi (detalle: escena costumbrista). Pintura sobre tocuyo. Julio Villalobos Miranda y otros anónimos. Cusco. Siglo XX. Colección Museo Nacional de la Cultura Peruana-Ministerio de Cultura de Perú. Archivo de Sirley Ríos Acuña.


En esta oportunidad nos vamos a centrar en una pintura producto de un trabajo grupal en la que Villalobos imprimió su personalidad junto a los encargados del taller y posiblemente otros anónimos. Con esto no queremos menospreciar la actividad creativa de la familia Mendívil, sino brindar algunos alcances que permitan valorar la labor de artistas populares no reconocidos en su momento.

Esta obra pertenece a la colección del Museo Nacional de la Cultura Peruana y es una banda que mide 8 m. 4 cm. de largo y 59.8 cm. de alto. Se representa una de las fiestas religiosas más fastuosas que ocupa un lugar preponderante en el calendario festivo de la ciudad del Cusco: Corpus Christi, celebrada en el mes de junio en honor a la institución de la Eucaristía. Cuenta con 18 escenas, diferenciadas por los títulos escritos en la parte superior: Costumbrista, Altar de Corpus, Santísimo, Inmaculada, Virgen de Belén, Virgen Purificada, Virgen Natividad, San José, Santa Ana, Santa Bárbara, San Sebastián, Santiago, San Pedro, San Cristóbal, San Blas, San Gerónimo, San Antonio, Lunes Santo. Debajo de estas inscripciones recorre horizontalmente una orla floral que recuerda a las flores de las puertas de los retablos ayacuchanos. El recorrido visual es de derecha a izquierda, siguiendo la dirección de las diferentes procesiones de Vírgenes y Santos Patrones junto a escenas costumbristas.



2. Banda con la representación del Corpus Christi (detalle: San José y Santa Ana). Pintura sobre tocuyo. Julio Villalobos Miranda y otros anónimos. Cusco. Siglo XX. Colección Museo Nacional de la Cultura Peruana-Ministerio de Cultura de Perú. Archivo de Sirley Ríos Acuña.


La pintura fue adquirida hacia el año 1964 lo cual indica su fecha de elaboración aproximada. Es una banda de tela tocuyo sin capa de preparación, pintado con témperas, pintura plateada y purpurina para el dorado. Se ha empleado el lápiz para el dibujo de los motivos representados.

El procedimiento de elaboración de este tipo de obras dentro del taller de Mendívil, es el siguiente: se estira la tela sobre una mesa de trabajo, sujeta con tachuelas; luego cuando la tela presenta muy separadas las tramas se cubre con una capa de imprimación  de tiza y cola de carpintero (obtenida de cueros hervidos de res), y como mordiente o aglutinante se emplea limón, azufre y orines maduro de varios días. Una vez preparada la tela, Villalobos, contratado por Hilario como dibujante, se encarga de diseñar el esquema compositivo mediante un lápiz, mientras que los otros ayudantes intervienen en el proceso del pintado. De ahí que se reconocen en la obra diferentes formas de pintar. El dibujo sirve de guía al momento de componer la obra pero no se sigue fielmente el diseño trazado al momento de aplicar los colores. Siendo Villalobos el encargado de las figuras principales y de dar los acabados o en su defecto rectificar los errores. Este pintor al demostrar mucha destreza en el manejo de la pintura fue dispuesto para dirigir las labores de pintura dentro del taller, teniendo como su principal seguidor al joven Pablo Julio Mendívil.

Entre las características formales de la obra se observa el uso de colores espesos, puros y mezclados, además de aguadas en zonas específicas. Se aprecia que Villalobos dejó iniciada la primera parte de la pintura a manera de modelo para los otros ayudantes y pintó algunas zonas importantes de la obra. Es por esta razón que se descubre plenamente la mano de Villalobos con sus característicos personajes de rostros expresivos y hasta caricaturescos, de cuerpos alargados, al parecer tomados del imaginario popular urbano de las historietas. Sus trazos son seguros y con mayor movimiento, a diferencia de los otros ayudantes de pintura, donde la línea es más rígida. Para evidenciar muchedumbre el pintor ha optado por representar en superposición de niveles las cabezas completas de los personajes o partes de ellas y en algunos casos solo se ven simples manchas de color. El fondo es neutro, del color de la tela, pues interesa representar la procesión, aunque en la primera escena de corte costumbrista se representa un fondo de cerros y una casa con techo a dos aguas.



3. Banda con la representación del Corpus Christi (detalle: San Sebastián y Santiago). Pintura sobre tocuyo. Julio Villalobos Miranda y otros anónimos. Cusco. Siglo XX. Colección Museo Nacional de la Cultura Peruana-Ministerio de Cultura de Perú. Archivo de Sirley Ríos Acuña. 


Estas largas bandas eran solicitadas por las capillas para cubrir sus paredes, por ello tendrían grandes dimensiones, y se enmarcaban con varillas de madera. 

Con esta aproximación a la pintura popular del Cusco a través de una obra de la colección del Museo Nacional de la Cultura Peruana tratamos de llamar la atención acerca de la importancia de este tipo de expresiones plásticas, de rescatar del olvido pintores destacados en su momento y de dar a conocer la necesidad de emprender estudios más profundos al respecto. 



(*) Texto y fotos publicados originalmente en la página web de Arte Corpus, Edición Nº 4, Año 1, 2006.



 

jueves, 13 de junio de 2013

El folklore minero de Cerro de Pasco





1, 2 y 3 Cubierta y artículo de la revista Ñawinpukio, Nº 3.




4. Cargador de metales de Cerro de Pasco (Capachero). Fuente: Poesía minera andina. Lima: Compañía de minas Buenaventura S. A., 1984.



Fuente:                                                       

Fashé Raymundo, Mery. “El folklore minero de Cerro de Pasco”. Ñawinpukio, revista cultural, Lima, 3 (diciembre 2000), pp. 31-32.




miércoles, 5 de junio de 2013

El maestro Cárdenas (*)




Por Renzo Guerrero de Luna Zárate

Cae la lluvia sobre la Plaza de San Blas. Es mediodía y es sábado. Los artesanos que suelen instalarse en este recinto para vender sus trabajos comienzan a recoger todo. Juan Cárdenas Flores no. Él decide tapar con unas bolsas de plásticos su reducido estante y con paraguas en mano continúa de pie, siempre tratando de ganarse la vida. Algunos muchos lo saludan con respeto, más aún ahora que ganó el tradicional Santuranticuy, con lo que se convirtió en el mejor artesano del 2007. Se emociona cuando se lo recuerdo, pero no se deja seducir por la arrogancia. Sigue limpiando humildemente sus valiosas piezas de plata. No obstante, sabe que fue un galardón duro de roer, ya que postuló más de 20 veces. Por eso lo festeja, aunque afirma que el mejor premio que se puede llevar a su casa es la sonrisa de un cliente cada vez que le compra alguna de sus pequeñas obras de arte.

Cuando le informaron que había ganado el premio del Santuranticuy su esposa Zoila se puso a llorar. Quizás por el honor que eso significa. Tal vez porque le compraron el trabajo con el que fue galardonado a US$ 1,500.Quien sabe. Lo cierto es que inundó su rostro de alegría. Juan narra ese momento y también se emociona pensando en lo trabajoso que fue culminar el “Niño Manuelito vestido en traje de plata”. “Sabía que era un trabajo ganador y no lo digo menospreciando a los demás. Por el contrario, le dediqué mucho tiempo para que así sea”, sostiene y se le escapa un gesto mientras observa otro traje que viene realizando. “Este será mejor”, sentencia y se ríe.

Han transcurrido casi 50 minutos y no ha vendido nada. La lluvia está jugando en su contra. Igual no se preocupa por ello y prefiere seguir contando una y otra historia de su querido San Blas. Pero claro, no todo es digno de celebrar. “Lamentablemente, todo cambia para mal”, dice en referencia a lo que le viene haciendo el turismo al Cusco. Un silencio prolongado termina en pregunta: “¿Cuánta gente de los de antaño queda en este barrio tradicional?”. Dibuja la respuesta en un mapa flotante e imaginario, recordando a los amigos que se fueron. Y no se equivoca, San Blas hace mucho que dejó de ser de los cusqueños y se convirtió en el emporio comercial de gringos hoteleros o de limeños en busca del bar soñado. El mutismo, otra vez, se apodera de la conversación. Inevitable ponerse triste.

La lluvia nos vence y el maestro Cárdenas decide que será mejor ir a su taller ubicado en San Blas, pero en la zona más periférica. En el camino por la calle peatonal más larga del Cusco, la preciosa Tandapata, aquel hombre canoso de cincuenta y pico de años comenta que los premios no son su debilidad. Según dice todo lo hace por amor al arte. Podría sonar una frase repetida y sin sentimiento, pero cuando sale de su boca toma la verdadera dimensión que merece. Y es que verlo sentado en esa banquita en su taller Qollqe Wasi (casa de la plata), con esas maquinas inventadas por él y otras compradas con el paso de los años, como en sus inicios, crea un ambiente nostálgico y genuino alrededor de esos cristos y esas vírgenes y esos santos grises de plata. Cuando dice que sobrevive de este negocio se le cree. Su casa y su taller y su oficina miden nada más 28 metros de ancho x 4 metros de largo, con tres pisos de alto. Es aquí donde se genera la creatividad en pleno junto a su esposa, su cuñado, su primo, algunos trabajadores y su perro Rambo. Sin la presencia de todos nada funcionaría. Y por eso también vive agradecido: el apoyo constante de los suyos lo ha hecho cada vez más grande.

Dejamos su taller y regresamos a la plaza, ya que el día así lo exige. Saluda a todo aquel que s ele cruza en el camino y es que en San Blas es de los personajes más respetados, más que algunos otros que se hacen llamar maestros y que hace mucho no dan cátedra (incluso dicen que alguno manda a hacer su chamba con artesanos chiquillos y luego le estampan su reconocida firma... ¿sabes de alguno? delátalo). Es el presidente de la Asociación y Artistas y Artesanos de San Blas y el abogado defensor Ad Honorem –estudió para serlo- de las causas imposibles y de los indefensos. Por ambas ocupaciones recibe en pago muchos agradecimientos y miles de sonrisas. Eso lo hace totalmente feliz, realizado. “Nací en San Blas y aquí moriré, haciendo cosas por este barrio que me dio tanto y al que aún me falta retribuirle. Ojalá Dios me dé las fuerzas para poder hacerlo”, afirma el artesano de moda en Cusco, mientras una ligera lluvia golpea sus manos llenas de sabiduría. Sonríe.

PD. Si desea ver su trabajo no tiene más que ir los sábados a la Plaza de San Blas y preguntar por él. Lo buscan, casi siempre coleccionistas, pero también hace trabajo para exportar y para vender al por menor. De no estar en su rincón, lo pueden buscar en su casa en la Calle Pumapaccha Nro. 634 – San Blas ó llamarlo al teléfono: (084)-229701 o enviarle un mail al: qollqewasi@hotmail.com.


(*) Publicado originalmente el 22 de enero de 2008.


Fuente:
http://blogs.elcomercio.pe/ombligodelmundo/2008/01/el-maestro-cardenas.html