viernes, 16 de agosto de 2013

Colección Elvira Luza del Museo de Artes y Tradiciones Populares del Instituto Riva-Agüero de la PUCP







Fotografías (de arriba-abajo): Archivo Museo de Arte y Tradiciones Populares del Instituto Riva Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
1. Mate decorado. Calabaza burilada, fondo negro y aplicaciones de plata. Bajo Mantaro.
2 y 3 Azulejo Virgen Belén y San Antonio Abad.
4 y 5 Virgen y Virgen con el Niño. Cerámica modelada y engobada. Leoncio Tineo. Ayacucho.


La colección Elvira Luza está integrada por alrededor de 500 piezas que gracias a la generosa colaboración de PromPerú se encuentran dentro de nuestras colecciones. Las piezas fueron recolectas durante la primera mitad del siglo pasado por la señorita Luza y está integrada por objetos de cerámica transicional vidriada, retablos, pintura popular, mates burilados, juguetes de madera, tapices y hojalatería.


Fuente:



miércoles, 14 de agosto de 2013

El padre del Niño de la Espina (*)


MAESTRO. Antonio Olave sostiene al Niño de la Espina, todo un ícono del arte popular en el Cusco.



Por José Víctor Salcedo


“Hace 37 años Antonio Olave Palomino diseñó el primer Niño de la Espina o Niño Manuelito de la Historia. Si ya entonces era un respetado artista popular, ser el autor de la pieza de imaginería más famosa del Cusco lo llevó a recorrer medio mundo y a ser saludado por dignatarios y celebridades. Esta es la historia del autor de una tradición enraizada en los cusqueños de hoy.”


Es una tarde lluviosa en el Cusco, una lluvia extraña a fines de mayo. Antonio Olave Palomino está en el umbral de su Museo Taller Galería de Arte Olave. Este recinto corona el barrio de San Blas, donde el maestro da vida al Niño de la Espina, una representación del Niño Jesús finamente acabada. Va a cumplir 84 años en agosto y conserva una lucidez envidiable. Peina canas, pero las oculta con un elegante sombrero fedora.

Antonio Olave Palomino es el escultor e imaginero cusqueño más famoso de fines del siglo XX e inicios del XXI. Nació en Písac en 1928 y se mudó al Cusco a los siete años. Vive en Písac en el fundo que le dejaron sus padres. Desde hace seis décadas la obra de Olave gira alrededor de lo divino. Los Niños Manuelitos cobran vida en su taller, parecen creados por una entidad divina.

De pronto los recuerdos se agolpan como un torrente incontenible que él no duda en liberar. En  1975 campesinos de Vilcabamba, en La Convención, tocaron su puerta. Querían que restaure la imagen del Niño Jesús que había sido recuperada del fondo de un abismo. Era el patrono del pueblo, medía sesenta centímetros y había sido hecho en maguey, una madera conocida por Olave. Viajó tres días, uno en bus y dos a lomo de caballo. En Vilcabamba se quedó una semana. Allí, además de reparar la imagen y el altar mayor de la iglesia, escuchó la historia de Q’alito, un niño que buscaba a los pastores del lugar para jugar con ellos y ayudarles a cuidar el ganado. Otro pequeño que jugaba con él rompió en llanto descontrolado. Una espina se le había incrustado en el pie. Q’alito, para calmarlo, pisó otra espina y le dijo: “Yo también tengo una espina, no estés triste”.


El Niño de la Espina

La historia se convirtió en la partida de nacimiento del Niño de la Espina, una imagen del Niño Jesús o Niño Manuelito que adorna todos los nacimientos navideños que se arman en las casas de la Ciudad Imperial. La creación contribuyó, además, a que Antonio Olave rescate la técnica de la imaginería escultórica (de la Escuela Cusqueña) que se inspira en la religiosidad de la época colonial peruana de los siglos XVI y XVII.

–A mí me gustó más el Niño Manuelito por la historia que se contaba en Vilcabamba. Me encariñé con la historia.

El Niño de la Espina es su obra más representativa. Tiene ojos de cristal, paladar de espejo, cabellos naturales, dientes de pluma de cóndor y la lágrima de vidrio acabado con precisión de cirujano. Se arma con madera maguey y requiere la destreza de un artista como Antonio Olave.

El maestro se apresta a explicarnos cómo modela a un Niño de la Espina. La vestimenta a la usanza de los antiguos cusqueños y los habitantes de principios de la colonia corre por cuenta de su esposa Avelina Rupa (80). Toda la familia Olave trabaja junto al patriarca. De sus cinco hijos (Francisco, Lidia, Washington, Vito, Moisés y María Josefina), sin embargo, es Vito el heredero natural de la técnica Olave en imaginería.

Tras el terremoto que devastó el Cusco el 18 de mayo de 1950, Antonio Olave Palomino empezó a ganarse la fama de ser el mejor artista en imaginería tipo colonial de la Escuela Cusqueña. Coleccionistas, pobladores y hasta los párrocos aparecían a diario en el patio del número 651 de la plaza de San Blas. Llevaban imágenes destrozadas para que las restaure. Olave le devolvió la vida a santos y vírgenes del coleccionista Braulio Hermoza, hermano del arzobispo de entonces, Toribio Hermoza.

De niño le gustaba moldear vasijas de arcilla en Písac, un pequeño poblado del distrito cusqueño de Calca. Se embelesaba cuando los padres de sus compañeros de la escuelita de Acchapata lo aplaudían por sus primeras creaciones de barro. Entonces tendría cinco o seis años.

–Traíamos arcilla del cerro, luego hacíamos vasijas. Había un concurso. Los papás de mis amigos me aplaudían y me preguntaban “quién te ha enseñado a hacer cosas tan lindas”. Yo decía, debe ser la sangre, mi tío era escultor.

Fabián Palomino, su tío, se lo llevó cuando apenas tenía siete años. Antes de asentarse en Cusco, vivieron tres años en Abancay restaurando imágenes. Volvieron al Cusco y poco después allí arrancaría su espiral de éxito. Hoy es uno de los candidatos de peso del concurso “Leyendas: talentos que inspiran”, que promueve Cerveza Cusqueña para reconocer a peruanos que tienen historias de éxito y esfuerzo, como Antonio Olave.


Museo Taller Olave

Estamos con él en el corazón de su taller, allí donde se están sus creaciones más valiosas. Tiene un Niño Manuelito de la Espina en su museo. Antonio Olave levanta la imagen, lo coge entre sus brazos, sonríe y vuelve a recordar. Ese Niño fue bendecido por el Papa Juan Pablo II. El 3 de febrero de 1985, Karol Józef Wojtyła bendijo al Niño de la Espina junto a la Mamacha del Carmen, conocida patrona de  la provincia de Paucartambo, en la explanada de Sacsayhuamán.

Antonio Olave cuenta que le entregó al Papa su Niño de la Espina como un regalo, el Papa lo cogió, lo bendijo y se lo devolvió.

–Esto que se quede contigo, yo tengo muchos en mi país, le dijo, según recuerda con solemnidad.

Esa obra de arte está valorizada en 35 mil nuevos soles, pero no está a la venta. Los niños Manuelitos de la escuela Olave cuestan entre 600 y 35 mil soles. Su fama lo ha llevado a recorrer el mundo. En los ochenta viajó por lo menos dos veces al año al exterior a participar en exposiciones y concursos. Francia, España e Italia eran destinos frecuentes. Después de 37 años en el oficio de hacer, repujar y ataviar a Niños Manuelitos en todas las formas y posiciones, Antonio Olave dice que la imaginería ha sido para él una bendición de Dios.


GALARDONES OBTENIDOS

El 16 de agosto del 2002, por Resolución Directorial del Instituto Nacional de Cultura del Perú Nº 763 se le declaró Patrimonio Cultural Vivo de la Nación.

Gran Maestro de la Artesanía Peruana, reconocimiento recibido por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur).

Medalla al Mérito Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, entregada por el Congreso de la República.

Premio Nacional Amautas de la Artesanía Peruana 2012.



(*) Publicado originalmente el 27 de mayo de 2012.



Fuente:






El arte popular en el Cusco


1. Niños Jesús vestido con traje de plata labrada. Pasta modelada y policromada; plata laminada, repujada, cincelada, burilada y recortada. Guadalupe Follana Trujillo (imaginera) y Juan Cárdenas Flores (platero). Cusco. c. 2007. Colección del Museo de Arte Popular del Instituto Americano de Arte de Cusco. Fuente: 


2. Ángel con cirio. Pasta modelada y tela encolada, policromadas. Hilario Mendívil y Georgina Dueñas. Cusco. Siglo XX. Colección Doris Gibson del Museo de Artes y Tradiciones Populares del Instituto Riva-Agüero de la PUCP. Fuentehttp://ira.pucp.edu.pe/museo-arte/colecciones/doris-gibson


3. Máscaras de danzas de Paucartambo. Nemesio Villasante. Cusco. Siglo XX. Colección del Museo de Arte Popular del Instituto Americano de Arte de Cusco. Fotografía: Charlie Quispe & Co. Fuente: http://www.charliequispe.org/Museos/MuseoArtePopular.htm


4. Purificada: detalle de la procesión del Corpus Christi. Pintura sobre tela. Posiblemente de Julio Villalobos Miranda y ayudantes. Cusco. Siglo XX. Colección del Museo de Arte Popular del Instituto Americano de Arte de Cusco. Fotografía: Charlie Quispe & Co. Fuente: http://www.charliequispe.org/Museos/MuseoArtePopular.htm



Por Julio Antonio Gutiérrez Samanez



ORÍGENES DEL ARTE POPULAR CUSQUEÑO

Los orígenes de la artesanía y el arte popular de la ciudad del Cusco, antigua capital del imperio de los incas, se pierden en la historia, pues se hizo artesanía u objetos utilitarios hechos a mano, desde las primeras ocupaciones del espacio cusqueño en Marcavalle (cestería, talla en huesos y piedras), Cotacalle, Chanapata y Quillke (invención de la cerámica, talla de piedras preciosas, textiles rústicos); Huari (alta cultura con cerámica policromada, textilería fina, arte plumario, metalística, etc.) y, finalmente, el periodo inca, síntesis de la cultura andina prehispánica.

Con la llegada de los españoles, se inició el proceso de occidentalización de la cultura andina para lograr un sincretismo cultural, una cultura mestiza en la que se fundieron técnicas precolombinas y técnicas de origen árabe y grecolatino tales como: tejido con telares verticales y de pedal, nuevas técnicas de teñido, cerámica enlozada con plomo y estaño, imaginería colonial en yeso y madera, pintura con resinas polícromas sobre keros de madera, orfebrería y platería sacra, pintura al óleo sobre lienzo de la “Escuela cusqueña”, talla en madera para altares, púlpitos y marcos de estilo Churrigueresco o “crespo cusqueño”, dorado con hojas de pan de oro; talla en piedra con cinceles de hierro y acero (fuentes ornamentales, columnas, esculturas como las “indiátides” (cariátides india), sierpes y relieves para la arquitectura, etc.

La explotación del trabajo textil tuvo visos de esclavismo, pese a su forma administrativa semi industrial, en los obrajes y chorrillos; del mismo modo que en los grandes talleres de pintura, regentados por las órdenes religiosas, donde se fabricaron cientos de varas cuadradas de lienzos pintados, por día.

En el periodo republicano decayó la industria artesanal colonial por la pérdida de los mercados europeos. La artesanía se redujo a la práctica de pocos maestros que cultivaron y mantuvieron vigentes las técnicas artesanales coloniales.

En las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX, el movimiento indigenista, propugnado por intelectuales como: Clorinda Matto de Turner, el grupo del “Centro Científico” y los intelectuales de la Reforma universitaria de 1909, alentaron el cultivo de la artesanía y el arte popular. Se realizaron varias tesis universitarias sobre el arte peruano y cusqueño (como los trabajos de J. Uriel García, Ángel Vega Enríquez, Francisco González Gamarra y Luis E. Valcárcel.).

En 1919, el pintor cajabambino José Sabogal, que volvía de Europa por el camino de la Argentina y Bolivia, pasó una larga temporada en el Cusco y advirtió la necesidad de conservar, proteger y desarrollar el arte popular cusqueño, incitando a los intelectuales a interesarse en el tema.

En 1924, con motivo del centenario de la independencia nacional, se realizó una gran exposición en la que se mostró artesanía con reminiscencias inca y colonial de la Fábrica Ruiz Caro; tejidos indígenas de las comunidades nativas, trajes típicos y joyería artesanal.

En el diario “El Sol” del 24 de diciembre de 1929, el periodista y artista Julio G. Gutiérrez Loayza, observando la decadencia de la feria popular navideña del “Santuranticuy” (Compra de santos), propugnó el apoyo y estímulo pecuniario a los artesanos participantes.

Todas estas iniciativas en procura de rescatar el legado cultural y el arte popular cristalizaron en 1937, cuando el Dr. J. Uriel García Ochoa, humanista, filósofo y esteta cusqueño, fundó el Instituto Americano de Arte con el objeto de revalorar la cultura y las artes populares en todas sus manifestaciones, instaurando la premiación de los mejores trabajos de la Feria navideña del “Santuranticuy” y creando el Museo de Arte Popular, para su conservación y difusión. Como consecuencia de esa labor fueron descubiertos los artistas populares y artesanos más importantes del siglo XX y, algunos de ellos, durante el primer gobierno del arquitecto Belaúnde (1962-68) y durante el régimen militar nacionalista de Velasco Alvarado (1968-74), fueron promovidos a nivel internacional; me refiero a: Hilario y Georgina Mendívil, Edilberto Mérida, Antonio Olave, Santiago Rojas y los esposos Sierra Palomino. A esa lista hay que agregar a las Familias Béjar, La Torre y Aller, en imaginería; Villalobos, en pintura popular; Ormachea y la familia Cachi, en orfebrería y platería; Ángel Gutiérrez, Carlos Ruiz Caro y Sabino Tupa en cerámica arquitectónica, utilitaria y grotesca, respectivamente. Rosa Moreno y sucesores, en cerería artística; la familia Cruz Simbort, en madera tallada y dorada; Nemesio Villasante, en mascarería de Paucartambo, etc.


PRINCIPALES LÍNEAS DEL ARTE POPULAR CUSQUEÑO

En el libro “Sesenta Años de arte en el Qosqo” de Julio G. Gutiérrez L. (Cusco, 1994) se consignan las siguientes líneas artesanales:

1.- PINTURA POPULAR.- Pintura de réplicas de la “Escuela Cusqueña”; pintura de carteles y pendones de “Chichería”.

2.- ESCULTURA.- Imaginería religiosa: cristos, santos, niños, vírgenes, arcángeles, nacimientos, retablos. “Imágenes de cuello largo” de Mendívil; Imágenes de comparsas de bailarines de Santiago Rojas.

3.- CERÁMICA.- Réplicas de cerámica inca, con la técnica precolombina de óxidos naturales y engobes o arcillas de colores bruñidos en crudo y la técnica de pintado “al frío” con colores de témpera al agua. Cerámica vidriada de estilo colonial español, con reminiscencia árabe (Hidras o raquis, tinajas y vajilla). Figuras escultóricas de cerámica de tipo “grotesco”.

4.-EBANISTERÍA Y TALLA EN MADERA.- Mueblería tallada con incrustaciones de maderas de colores, nácar y concha perla. Muebles, retablos, marcos y puertas talladas y doradas a la hoja, al estilo colonial. Espejería de tipo colonial (marcos tallados con incrustaciones de retazos de espejos). Muebles tallados en miniatura. Vasos, juguetes, trompos y recipientes de madera torneada.

5.- TEXTILERÍA.- Tejidos en telar de cintura y de “estaca”, para prendas de la indumentaria indígena y popular: ponchos, llijllas, gorros o chullos, cintas labradas o fajas. Muñecas y tejidos a crochet y palitos.

6.- METALÍSTICA.- Platería litúrgica: Custodias, Cálices y patenas de estilo colonial. Joyería: aretes, anillos, pendientes, collares y broches con incrustaciones de perlas y piedras preciosas, de estilo prehispánico, colonial y moderno. Vajilla doméstica. Orfebrería suntuaria: joyas de oro de uso doméstico, aretes, collares, anillos, sortijas y prendedores. Bisutería: Aretes, collares, brazaletes, etc. de alambre alpaca o de bronce con piedras semi-preciosas, malaquita, cuarzo, lapislázuli, hematita, etc. y piedras de fantasía o cuentas de cerámica decorada y vidriada. Herrería: Arañas, verjas y rejas de fierro forjado; candados y cerrajería tradicional. Hojalatería: juguetería de navidad, cruces, adornos y figuras típicas cusqueñas.

7.- REPUJADO EN CUERO.- Muebles de madera y cuero repujado y policromado, monturas, petacas, baúles y cartapacios. Zapatería, gorras y sombreros de cuero con tejido típico “away”.

8.- TENERÍA.- Fuetes, zurriagos y látigos de cuero trenzado.

9.- COREOPLASTÍA Y CORNUCOPIA.- Tallas, cofres y bastones en cuerno y hueso. Bocinas o “huajra p’uccus” de cuerno. Decoración y pintura sobre vidrios y espejos en marcos; “Altares de Corpus”.

10.- CERERÍA.- Velas, ciriones y blandones policromados y decorados (“labrados”) típicos del Cusco.

11.- FLORERÍA.- Flores artificiales en tela, papel, plumas y hojalata. Arreglos con flores secas, etc.

12.- LENCERÍA.- Encajes, trabajos y bolillo. Bordado en diferentes procedimientos. Prendas litúrgicas: casullas, dalmáticas, estolas, albas, roquetes, etc.

13.- REPOSTERÍA ARTISTICA.- Tortas de bodas y de cumpleaños. Figuras en dulce de almendra. Figuras de nacimiento en miniatura en dulce.

14.- PIROTECNIA.- “Castillos”, “paradas” y fuegos de artificio. Las típicas salas de la pirotecnia cusqueña.

A esta clasificación del profesor Gutiérrez Loayza, podemos agregar algunas artesanías nuevas, aparecidas por el auge del turismo en el Cusco, tales como:

15.- TRABAJOS EN PALITOS DE FOSFORO.- Escultura y escenas costumbristas talladas en palitos.

16.- TALLA EN PIEDRA.- Joyería y pequeñas esculturas, relieves, souvenirs, réplicas de objetos rituales andinos (tumis, conopas, pumas, cóndores) juegos de ajedrez, en piedra de alabastro, pizarra y serpentina.

17.- MASCARERÍA.- Máscaras de papel tiza y yeso encolado para atuendo de las diferentes danzas indígenas y mestizas.

18.- BORDADURÍA.- Confección y bordado a mano de trajes de imágenes religiosas y escapularios, “detentes”, pendones y estandartes. Vestidos y ropa de cama en miniatura para las imágenes del nacimiento de navidad. Bordado a máquina o “maquinasca” de trajes típicos indígenas.

19.- MUÑEQUERÍA INDÍGENA DE TRAPO. Muñecas de tela, bayeta, tejido de punto y en telar de cintura, realizadas por las comuneras indígenas.

20.- CONSTRUCCIÓN DE INSTRUMENTOS TÍPICOS.- Construcción de quenas, zampoñas, antaras de caña de bambú y madera torneada. Ocarinas y silbatos de cerámica. Bombos y tambores de cuero y madera terciada. Sonajas o “chacchas” de cuero y pezuñas de auquénidos.

21.- BISUTERÍA CERÁMICA.- Cuentas o “vedas”, placas circulares, botones, dados de cerámica decorada a mano y vidriada. Placas y dados con decoración serigráfica de tercera quema. Zoológico o animalitos en miniatura en cerámica blanca esmaltada a fuego.

22.- CERAMICA “EN FRIO” Y CON PASTAS EPÓXICAS.- “Canastitas de la abundancia”, animalitos, esculturas sobre botellas, cuchillos, pipas, cortaplumas, encendedores, amuletos.

23.- VITROFUSIÓN.- Botones, cuentas, bisutería decorada con serigrafía sobre vidrio fundido.


ARTISTAS POPULARES CUSQUEÑOS REPRESENTATIVOS


HILARIO Y GEORGINA MENDÍVIL

Maestros del arte popular, innovaron creativamente la imaginería con sus imágenes religiosas “de cuellos largos”, logrando una dimensión moderna y estilo personal propios. Haciendo uso del decorado clásico de la escuela cusqueña del dorado y estofado con flores y líneas. Son famosos la Virgen de la Espera, los arcángeles y reyes magos de cuello largo. En ese mismo estilo siguen creando sus descendientes.


EDILBERTO MÉRIDA

Creador de un estilo escultórico cerámico nuevo conocido como “grotesco”, en el que caricaturiza las características o rasgos étnicos del hombre andino. Son famosas sus madres indias, sus cristos desgarrados y esculturas de hombres y mujeres en actitudes de protesta, igualmente son conocidos sus santos y nacimientos. Su estilo ha hecho escuela y tiene innumerables discípulos en el Cusco y Pucará. Una universidad norteamericana le concedió el título de Doctor Honoris Causa en Bellas Artes.


SANTIAGO ROJAS

Imaginero paucartambino que popularizó comparsas de bailarines minuciosamente decorados con sus trajes típicos y en actitudes propias de sus danzas. También ejecuta imágenes de santos y vírgenes así como escenas costumbristas, nacimientos navideños, máscaras e imágenes ecuestres del patrón Santiago.


MAXIMILIANA PALOMINO DE SIERRA

Hija y discípula del gran maestro imaginero Fabián Palomino, de quién heredó la técnica de creación de muñecas con trajes típicos de las diferentes regiones del Cusco, con una altísima calidad expresiva e interpretativa.


ANTONIO OLAVE

Discípulo de Fabián Palomino es el depositario de una serie de técnicas precolombinas en la cerámica decorada de tipo inca con engobes, óxidos y pigmentos naturales y antiguas técnicas de imaginería colonial fina, con la que logra realizar vírgenes, santos, niños y figuras sagradas de pasta de yeso, tela encolada, con ojos de vidrio, dientes de cánula de pluma y cabello ensortijado con precioso acabado, decorado o estofado sobre pan de oro y plata, realmente insuperables.


CARLOS RUIZ CARO NIN

Industrial y empresario heredero de una tradición de un siglo de trabajo artesanal en la cerámica utilitaria y artística. Ha sido el introductor de las famosas chaquiras o cuentas cusqueñas, para collares y aretes, productos de joyería artesanal, sin duda, más exitosos de los últimos tiempos. Su creación ha tenido un gran impacto en la economía regional, pues dio trabajo y ocupación a cientos de personas.


GREGORIO CACHI

Platería de San Pablo (Canchis), descendiente de orfebres y plateros ancestrales, depositario de antiguas técnicas y diseños de tipo incaico y colonial. Ha producido joyas, vajilla sagrada, coronas de plata labrada que son reconocidas por su alta calidad.


EL ARTE POPULAR Y SU PERSPECTIVA

En el imaginario popular, el arte es un medio creativo de expresión que conserva las tradiciones y costumbres que afloran del inconsciente colectivo, a diferencia del llamado arte culto que está sujeto a cánones estéticos de las escuelas occidentales, a las tendencias de moda y a los “ismos”.

El arte popular es un venero de creatividad con infinitos grados de libertad que le dan capacidad para crear o recrear técnicas u oficios, con la finalidad de captar los motivos de la tradición y de la actualidad, no con el simple afán mercantilista o búsqueda de renombre y fama para sus autores, sino, como expresión libre del ingenio popular en su nivel más básico o elemental y, por lo tanto, natural; de allí que sus ingredientes sean, también: el humor, la sorna, la picardía, la caricaturización de la vida diaria, las controversias políticas, costumbre inveteradas y exabruptos de personajes anecdóticos, etc.

Aunque los temas religiosos sean los abundantes, la temática profana empieza a abrirse paso, en estas obras, el artista anatemiza y se burla de las autoridades y de los poderosos, con ironía. Denuncia hechos escandalosos, abusos de poder, situaciones de protestas populares que el ciudadano común, el hombre de la calle, aprecia y goza, identificándose plenamente con el mensaje. Este aspecto del nuevo arte popular, desmiente la acusación de ser repetitivo. Lo repetitivo resulta siendo lo que se ha consagrado en el mercado, tanto como pieza única u obra de arte (a imitación del mal llamado “arte culto”) que posee alto valor comercial y aunque se le llama “arte popular”, no está al alcance de la modesta economía del pueblo. Por otra parte tenemos al “producto artesanal”, semi-mecanizado, producido en serie como “gift” (regalo) o como objeto de consumo turístico, “souvenirs”. Este arte popular hecho para el mercado, lamentablemente, sufre distorsiones tales como: amaneramiento, gigantismo, barroquismo o profusión y mezcolanza de diseños, por causa, principalmente, de la manipulación propiciada por los organizadores de concursos y premiaciones, mal asesorados.

Aún en estas condiciones, el arte popular propiamente dicho, es siempre ingenuo y primitivo; modesto y barato; rico en simbolismo y creatividad. Por ser una expresión primaria, es más bien sobrio, adolece de los afeites del producto para exportación, pero es exuberante en su capacidad creativa y audacia innovadora tanto en la técnica como en la temática, pues hace uso de materias primas provenientes de recursos naturales renovables y materiales de reciclaje, y, sabiamente, nutre su acervo del imaginario colectivo, de la crítica de la vida política y social, la tradición y la modernidad.

Como ejemplos cito los altares de Corpus, escenas costumbristas de artistas como Jesús La torre, Villalobos y Alex Martínez, este último muestra en sus obras maestría en la expresión creativa en temas como: El zapatero remendón, el fotógrafo de plazuela, etc., que ostentan rótulos siempre satíricos y burlones.

En cuanto a la pintura popular de tipo colonial que conocemos como réplicas de Escuela Cusqueña, se ha incrementado el repertorio de temas (vírgenes de la leche, del rosario, la pastora, la peregrina, la virgen de la espera, etc.) y se las reproduce en diferentes formatos.

Finalmente, el arte popular cusqueño mestizo que se nutre, a la vez, de la fantasía creativa del arte indígena contemporáneo y de la artesanía universal, por el cosmopolitismo de esta ciudad turística y globalizada por la comunicación moderna, está adoptando técnicas nuevas y orientando su producción a las sugerencias del mercado mundial, pero sin perder la fuerte personalidad estética y orgullo étnico que la caracteriza.


Fuente:




domingo, 11 de agosto de 2013

La cerámica tradicional peruana (extracto)


1. Cubierta de la revista Artesanías de América, Nº 70.



Por Sirley Ríos Acuña



Resumen

Los ceramistas tradicionales del Perú, a la tecnología prehispánica, incorporaron durante la Colonia técnicas.

En la costa norte Simbilá y Chulucanas se ponen en práctica el paleteado, el uso de labradoras y el negativo. Cajamarca era una importante región de producción, queda en la memoria la elaboración de la pallama con reminiscencias de las vasijas vidriadas del S. XVIII.


2. Burrito con cabrita dentro de una alforja. Terracota refinada. Máximo Inga Adanaqué. 1974-1975. Chulucanas, Piura. Fotografía: Gloria Joyce Supple.


En Ayacucho sobresale el distrito de Quinua donde se continúan elaborando las iglesias de techo. En esta región fue reconocido con un estilo propio el ceramista Leoncio Tineo Ochoa.

En Puno, en Santiago de Pupuja y Pucará hay la producción de chuas o chuwas que son platos vidriados, los famosos “Toritos de Pucará”, las apajatas o jarras matrimoniales y las limitatas, incalimitas o botellas ornamentales.

En Cusco, que desde la Colonia generó talleres artesanales de cerámica vidriada y en la primera mitad del S. XIX se impulsó en el ámbito campesino la elaboración de objetos bruñidos sin vidriar y de color rojizo. En la Amazonía está la cerámica de los Shipibo-Conibo, que se caracteriza por su decoración llamado kené y por una pasta muy fina.


3. Iglesia de techo. Cerámica modelada y engobada. Mamerto Sánchez y familia. 2006. Quinua, Ayacucho. Archivo particular.


4. Sirena. Cerámica modelada y engobada. Mamerto Sánchez. 2006. Quinua, Ayacucho. Archivo particular.


5. Nacimiento. Cerámica modelada y engobada. Familia Tineo. 2006.  Ayacucho. Archivo particular.

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El arte de la cerámica es una actividad desarrollada desde la antigüedad por el hombre peruano que ha demostrado su habilidad y creatividad en la elaboración de formas y diseños diversos. Hoy esta tradición cultural, producto de sutiles transformaciones a lo largo del tiempo y heredada por los ceramistas populares, continúa vigente.

Del antiguo Perú encontramos objetos cerámicos de gran belleza que reflejan el entorno socio-geográfico del momento. Los arqueólogos consideran que hacia 1850 a. C. se produjo el origen de la cerámica. También algunos investigadores infieren que las formas primigenias de los recipientes de arcilla cocida se inspiraron en los mates o calabazas (Lagenaria siceraria) que eran empleadas como recipientes comunes en el quehacer cotidiano del período precerámico. La cerámica inicial adopta del mate decorado no sólo la forma sino la técnica del esgrafiado y burilado.


6. Simón Roque, ceramista de Checca Pupuja, Puno. Fotografía: Sirley Ríos Acuña. 2009.


7. Torito de Pucará. Cerámica modelada, engobada y parcialmente vidriada. 2009. Checca Pupuja, Puno. Fotografía: Sirley Ríos Acuña. 2010.


La tecnología cerámica en la época prehispánica llegó a un alto grado de desarrollo y, no sólo eso, desplegó una variedad de estilos e iconografías que hoy despierta una gran admiración a nivel mundial. En la Colonia se incorporaron y fusionaron técnicas, formas y motivos, produciéndose un replanteamiento de contenidos temáticos y funciones. Comenzó a usarse el torno de alfarero occidental y se aplicó en los acabados el vidriado. Esta herencia tecnológica se continúa empleando en las actuales poblaciones de ceramistas.



8. Candelero en forma de gallo. Cerámica modelada y vidriada. Charamuray, Cusco. 2009. Fotografía: Sirley Ríos Acuña. 2010.


La trayectoria histórica de este arte tiene larga data y da cuenta de épocas de florecimiento y decaimiento, mientras en algunas zonas se extingue la producción cerámica en otras florece y se expande.

Las principales regiones de producción cerámica son: hacia el norte Piura y Cajamarca, al centro-sur Ayacucho, al sur Puno y Cusco y en la Amazonía la región de Ucayali.


9. Joni Shomo. Cerámica modelada y pintada. Dora Panduro Silvano. 2009. Grupo étnico Shipibo-Conibo. Comunidad Nativa San Francisco de Yarinacocha, provincia de Coronel Portillo, Ucayali. Fotografía: Sirley Ríos Acuña. 2009.



Ver el artículo completo en:

Ríos Acuña, Sirley. “La cerámica tradicional peruana.” Artesanías de América, 70 (julio 2010), pp. 26-51.