1. Cancialina Laureano. Archivo Pedro González. Fuente: http://suplementosolo4.blogspot.com.es/2013/04/cancialina-laureano-y-su-herencia.html
Por María Elena del Solar D.
Una de las fuentes primordiales para la
comprensión de la transcendencia del tejido en el mundo prehispánico fue
escrita por el etnohistoriador, de origen ucraniano John Murra, en 1962, quien,
más allá de la virtuosidad técnica de los “cumbicamayoc”,
destacó la importancia de la función cumplida por los textiles en todas las
esferas de la sociedad inca.
Más adelante, diversas perspectivas en la
aproximación al estudio de los tejidos andinos han producido notables avances
en el conocimiento de las técnicas, de las funciones económicas, sociales,
rituales e ideológicas, tanto como en sus cualidades estéticas y de
representación iconográfica. Todas conducen al entendimiento de la alta
complejidad técnica, así como simbólica, de los tejidos andinos.
Tramadas en el mismo telar de tradición
andina, de varillas móviles y una estructura extremadamente simple, las
fajas del valle del Mantaro, llamadas “watraku” en
lengua huanca, constituyen una hermosa muestra de la persistencia de una prenda
antigua, que hombres y mujeres del campo continúan vistiendo cotidianamente.
Aunque el modelo de faja que conocemos implica una combinación de probables
diseños prehispánicos, coloniales y republicanos, la técnica de producción
conserva la tradición del tejido en telar de cintura de origen prehispánico,
recontextualizada en procesos modernos como son la extrema movilidad
poblacional, y la migración y expansión de los mercados de la región.
La construcción de la memoria nos refiere a
problemas no solamente de la tradición sino también de las diversas maneras de
su transmisión. Por lo general, su confección está a cargo de las mujeres, con
algunas pocas excepciones, y la transmisión de este conocimiento especializado
se da en el espacio familiar, donde hoy encontramos a niñas de doce años
expertas en su producción, que además contribuyen con su venta al ingreso
familiar.
Lo interesante aquí es resaltar procesos
internos, o desde adentro, asociados a la consolidación de una identidad local,
donde se reconfiguran y recrean elementos que van a representar, de manera
notable, al grupo.
Desde las últimas décadas, esta tradición
rural del empleo de fajas de cintura, extrapolada a la esfera urbana, ha
entrado en gran vigencia influyendo de manera notable en su consumo local, como
parte imprescindible de la vestimenta que acompaña los eventos performativos de
la identidad huanca, entre la multitud de jóvenes danzantes de Huaylarsh. Éstos
compiten en importantes concursos desarrollados en los diversos distritos de
Huancayo y Lima, en la temporada de carnavales.
Es decir, no es la estandarización de una
prenda destinada a su comercialización como recuerdo de una visita al Perú, es
más que eso, es su incorporación como parte de una vestimenta que identifica a
quien la porta como miembro de un territorio particular y de una comunidad
étnica.
Conocí poco a doña Cancialina Laureano
—magnífica tejedora de fajas— en el ámbito de la Asociación “Kamaq Maki”,
extraordinario proyecto que logró rescatar y revitalizar muchas de las líneas
artesanales más representativas del valle del Mantaro, allá por la década de
los 80, gracias al tesón y entrega de doña Francisca Mayer y del equipo de
artistas populares que la acompañaron sin desmayo. Las finas fajas tejidas por
doña Cancialina lograron preservar la calidad de los diseños, en la justeza de
las proporciones y la delicadeza de las tonalidades naturales, que destacaban
el dibujo sobre el fondo listado.
Nadie como ella para mantener generosamente
dispuestos los 840 hilos de la urdimbre —cuando el patrón actual alcanza
escasamente los 440— distribuidos en los tres lisos que controlan los sectores
de color. Otra excelencia de la diestra tejedora ha sido el mantenimiento y
transmisión de este particular sistema de ideas, que configura una lógica
matemática para escoger los pares de hilos y desarrollar los dibujos, desde la
memoria, en las dos caras de las urdimbres complementarias.
Cancialina Laureano nunca recibió un homenaje
oficial en vida, ella tejía recreando la cultura heredada de sus padres y
estaba orgullosa de su tarea. Su aporte como portadora de la memoria del tejido
tradicional huanca, recogido afortunadamente por su hija Blanca Huamán, abre
perspectivas para incorporar este importante conocimiento especializado del
tejido de fajas, de la zona sureña del valle, al gran panorama cultural e
histórico del Mantaro y al mapa textil del país, reivindicando su valor
patrimonial.
(*) Publicado
originalmente en el suplemento cultural Solo 4 del diario Correo de
Huancayo el 8 de abril de 2013.
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