sábado, 22 de diciembre de 2018



Arte y Antropología 
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Historia y técnica de los mates decorados del Perú (extracto)


Portada de la revista Belén, Nº 36


Formas de mates sin decorar y buriladas del taller de Ángel Alfaro Núñez. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.


El maestro Ángel Alfaro Núñez burilando mates. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.


Mate burilado de Ángel Alfaro Núñez. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.


Ángel Alfaro Núñez cubriendo con ceniza de papel periódico los mates burilados. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.


Ángel Alfaro Núñez. Mates de fondo negro secándose al sol. Calabaza burilada y fondo negro. Junín, 2018. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.


Por Sirley Ríos Acuña

«En los mates campesinos de Cochas Chico y Cochas Grande de los siglos XX y XXI es notorio el despliegue de una variedad de técnicas e innovaciones, sin dejar de lado las heredadas. En las primeras décadas del siglo XX la calabaza se obtenía de la zona de Huachicna y Mayocc donde abundaban; luego los comerciantes de la costa sur y norte transportaban hasta Cochas grandes cantidades de calabazas a pedido de las familias buriladoras.


El proceso de elaboración común consiste en seleccionar la calabaza apropiada para el tema a representar y limpiar toda la superficie; luego, dibujar y componer las escenas empleando un lápiz o un buril fino; y, finalmente, realizar el acabado ya sea con el quemado, el fondo negro, el fondo blanco o el pintado. También se procede con el teñido antes de burilar.

Las herramientas son adapatadas a las necesidades de cada matero. El buril está compuesto por un mango de madera, generalmente quinwal (Polylepis), y un clavo de acero con la punta fina o gruesa, afilada en forma de V. Para el desbastado de la corteza del mate se empleaban dos “vaciadores” o especies de gubias, plana y curva. El llimpi, cuchara de forma curva, se usa para retirar el endocarpio de las calabazas que servirán como platos y vasos; el cuchuro o cuchillo para el corte de las tapas y el cuchillo común para cortes y raspados interiores[1]. También emplean desde algunos años las caladoras para el corte preciso y la esmeriladora para el pulido.

El quemado o pirograbado se realiza con un tizón de quinwal, el cual se coloca sobre el diseño y se sopla para avivar el calor con el objetivo de quemar y obtener diferentes tonalidades. Para ejecutar con mayor rapidez este proceso se introdujo en la década del 60 el soplete y, luego, el pirograbador. Según el artista Ángel Alfaro Núñez se utiliza el soplete artesanal, fabricado con carburo y agua, para el tipo de mates finos, es decir, temas representados en miniatura y trabajados con mucho esmero y paciencia.

El fondo negro o “estilo ayacuchano” consiste en aplicar sobre toda la superficie una mezcla de ceniza de ichu (Stipa ichu) o pasto del altiplano andino y grasa animal que se impregna en las líneas buriladas y desbastadas. Hoy muchos artistas como la famila Alfaro Núñez, primero aplica aceite de cocina, después frota sobre el mate la ceniza de ichu o de papel periódico para conseguir un negro intenso, luego se lava con agua y detergente hasta retirar los restos de ceniza de la parte lisa, y finalmente, se deja secar al sol.

El fondo blanco consiste en aplicar talco, cal o yeso mezclado con agua. Con el uso del mate estos materiales se desprenden y por ello se ha optado últimamente en cubrir con pintura al agua para pared. Después de blanquear se deja secar, luego se lava con agua y se deja secar.

El pintado o “estilo primavera” fue una innovación de la familia Alfaro Núñez. La influencia del bordado del valle del Mantaro es notoria en estos mates con el tema característico de la flora y fauna locales en colores vivos. Se procede al burilado, el quemado o teñido, luego se desbastan los pétalos de las flores y las áreas a colorear, finalmente se pintan con anilinas y témperas.

El teñido con anilinas se realiza previo al burilado. En grandes ollas se hace hervir agua y se añade anilina del color deseado y alumbre para fijar el color; se sumergen los mates por 30 o 40 minutos; y cuando están teñidos se lavan con detergente.

Algunos artistas experimentan mezclando técnicas de diferentes artes tradicionales. Este es el caso del mate-retablo, donde se junta el trabajo del mate en su parte externa y al interior se representa una escena, generalmente de nacimiento andino, con figuras de pasta policromada, propias del famoso retablo ayacuchano. Otro ejemplo se encuentra en la obra de Tito Medina, quien mezcla el mate con la platería, obteniendo resultados aceptables. También Ángel Alfaro Núñez alguna vez ha aplicado el pan de oro, característico en el arte cusqueño, para resaltar determinados detalles de un tema de nacimiento andino.»  




[1] Otárola, Carlos. “Los mates burilados”, Proceso, nº 3, Huancayo, 1975, pág. 9.




Ver el artículo completo en:

Ríos Acuña, Sirley. "Historia y técnica de los mates decorados del Perú". Belén, Nº 36, Madrid, 2018, pp. 100-107.