1. Faja. Archivo Pedro
González. Fuente: http://suplementosolo4.blogspot.com.es/2013/04/la-faja-milenaria-prenda-andina.html
Por
Manuel
F. Perales Munguía
En los Andes, la actividad textil ha tenido
gran importancia desde la época misma de la llegada de los primeros seres
humanos a este territorio, tal como demuestran varios hallazgos que datan de
los tiempos del periodo Precerámico. A partir de entonces, con el transcurso
del tiempo, la textilería fue alcanzando paulatinamente niveles más altos de
expresión estética y calidad técnica, que se pueden apreciar en los magistrales
tejidos de pueblos como Paracas, Huari o Chancay.
En los tiempos del Tahuantinsuyo, los
textiles cumplían un papel central en la política, al ser considerados
elementos con los que se podían pactar acuerdos o sellar alianzas, entre
líderes locales y funcionarios del Estado. El propio Inca solía regalar prendas
muy finas, o ropa del tipo “cumbi”, a quienes le demostraban lealtad.
Por otro lado, en el aspecto mágico-religioso
y ritual, la ropa servía también como un recurso que protegía a su portador de
los malos espíritus o maleficios. En este sentido, gracias al estudioso John
Murra, hoy sabemos que cuando había enfrentamientos bélicos entre bandos
opuestos, se buscaba quitarle la ropa al enemigo, creyendo que con ello se le
causaba daño y se le podía vencer.
Un tipo de prenda que ha tenido una fuerte
presencia, como parte del vestuario de las poblaciones andinas prehispánicas,
es la faja, cuyo uso fue generalizado en el antiguo Perú, y lo es aún en
nuestros días. En cada región se le conoce con un nombre distinto e, incluso,
en la sierra central peruana esta diversidad de términos es destacable. Así,
por ejemplo, en Huancavelica se le denomina “chumpi”, en tanto que en el valle
del Mantaro es llamada “watraku” o “watruku”, según la zona en la que nos
encontremos.
En nuestra región, las fajas conservan aún
muchos de los atributos que tenían sus similares de tiempos prehispánicos. Por
ejemplo, todavía algunas de ellas se elaboran “por encargo”, con la finalidad
de entregarlas en calidad de obsequio a otra persona, con ocasión de alguna
celebración o acontecimiento especial. Asimismo, persiste todavía en varias
comunidades la convicción de que esta prenda es un elemento protector frente a
“daños” que podrían ser, eventualmente, causados por algún enemigo.
En el caso específico del valle del Mantaro,
el uso tradicional del “watraku”, en contextos rituales y de trabajo, es todavía
importante en varias comunidades, como se observa en las celebraciones de San
Lucas en octubre, que marcan el inicio de la siembra, o en las fiestas de
Santiago o “Tayta Shanti” en julio.
En el ámbito urbano, en ciudades como
Huancayo y localidades vecinas, la presencia de la faja se ha afianzado en
ocasiones como el tiempo de carnavales, donde esta prenda persiste aún como
elemento indispensable del vestuario del Huaylarsh Moderno.
Por todo lo expuesto, resulta evidente que la
faja es, quizás, la única prenda prehispánica que mantiene bastante vigencia
hasta la actualidad. Su presencia debe considerarse, entonces, como una muestra
clara de la fuerza y vigor de nuestra cultura andina, en el contexto actual de
globalización. Por eso mismo, debe rescatarse su valor como referente de
identidad para nuestros pueblos.
(*) Publicado
originalmente en el suplemento cultural Solo 4 del diario Correo de
Huancayo el 8 de abril de 2013.
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