Portada de la revista Belén, Nº 36
Formas de mates sin decorar y buriladas del
taller de Ángel Alfaro Núñez. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.
El maestro Ángel Alfaro Núñez burilando mates. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.
Mate burilado de Ángel Alfaro Núñez. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.
Ángel Alfaro Núñez cubriendo con ceniza de papel periódico los mates burilados. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.
Ángel Alfaro Núñez. Mates de fondo negro
secándose al sol. Calabaza burilada y fondo negro. Junín, 2018. Fotografía: © Angela Cristina Alfaro Poma. 2018.
Por Sirley Ríos Acuña
«En los mates campesinos de Cochas Chico y Cochas Grande de los siglos XX y XXI es notorio el despliegue de una variedad de técnicas e innovaciones, sin dejar de lado las heredadas. En las primeras décadas del siglo XX la calabaza se obtenía de la zona de Huachicna y Mayocc donde abundaban; luego los comerciantes de la costa sur y norte transportaban hasta Cochas grandes cantidades de calabazas a pedido de las familias buriladoras.
El proceso de elaboración común consiste en seleccionar la
calabaza apropiada para el tema a representar y limpiar toda la superficie;
luego, dibujar y componer las escenas empleando un lápiz o un buril fino; y,
finalmente, realizar el acabado ya sea con el quemado, el fondo negro, el fondo
blanco o el pintado. También se procede con el teñido antes de burilar.
Las herramientas son adapatadas a las necesidades de cada matero. El buril está compuesto por
un mango de madera, generalmente quinwal (Polylepis),
y un clavo de acero con la punta fina o gruesa, afilada en forma de V. Para el desbastado de la corteza del mate se
empleaban dos “vaciadores” o especies de gubias, plana y curva. El llimpi, cuchara de forma curva, se usa
para retirar el endocarpio de las calabazas que servirán como platos y vasos;
el cuchuro o cuchillo para el corte
de las tapas y el cuchillo común para cortes y raspados interiores[1]. También emplean desde algunos años las caladoras
para el corte preciso y la esmeriladora para el pulido.
El quemado o pirograbado se realiza con un tizón de quinwal, el cual se coloca sobre el
diseño y se sopla para avivar el calor con el objetivo de quemar y obtener
diferentes tonalidades. Para ejecutar con mayor rapidez este proceso se
introdujo en la década del 60 el soplete y, luego, el pirograbador. Según el
artista Ángel Alfaro Núñez se utiliza el soplete artesanal, fabricado con
carburo y agua, para el tipo de mates finos, es decir, temas representados en
miniatura y trabajados con mucho esmero y paciencia.
El fondo negro o “estilo ayacuchano” consiste en aplicar
sobre toda la superficie una mezcla de ceniza de ichu (Stipa ichu) o pasto
del altiplano andino y grasa animal que se impregna en las líneas buriladas y
desbastadas. Hoy muchos artistas como la famila Alfaro Núñez, primero aplica
aceite de cocina, después frota sobre el mate la ceniza de ichu o de papel periódico para conseguir un negro intenso,
luego se lava con agua y detergente hasta retirar los restos de ceniza de la
parte lisa, y finalmente, se deja secar al sol.
El fondo blanco consiste en aplicar talco, cal o yeso
mezclado con agua. Con el uso del mate estos materiales se desprenden
y por ello se ha optado últimamente en cubrir con pintura al agua para pared.
Después de blanquear se deja secar, luego se lava con agua y se deja secar.
El pintado o “estilo primavera” fue una innovación de la
familia Alfaro Núñez. La influencia del bordado del valle del Mantaro es
notoria en estos mates con el tema característico de la flora y fauna locales
en colores vivos. Se procede al burilado, el quemado o teñido, luego se
desbastan los pétalos de las flores y las áreas a colorear, finalmente se pintan
con anilinas y témperas.
El teñido con anilinas se realiza previo al burilado. En
grandes ollas se hace hervir agua y se añade anilina del color deseado y
alumbre para fijar el color; se sumergen los mates por 30 o 40 minutos; y
cuando están teñidos se lavan con detergente.
Algunos artistas experimentan mezclando técnicas de
diferentes artes tradicionales. Este es el caso del mate-retablo, donde se
junta el trabajo del mate en su parte externa y al interior se representa una
escena, generalmente de nacimiento andino, con figuras de pasta policromada,
propias del famoso retablo ayacuchano. Otro ejemplo se encuentra en la obra de Tito
Medina, quien mezcla el mate con la platería, obteniendo resultados aceptables.
También Ángel Alfaro Núñez alguna vez ha aplicado el pan de oro, característico
en el arte cusqueño, para resaltar determinados detalles de un tema de
nacimiento andino.»
Ver el artículo completo en:
Ríos Acuña, Sirley. "Historia y técnica de los mates decorados del Perú". Belén, Nº 36, Madrid, 2018, pp. 100-107.
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