Por Sirley Ríos Acuña
Resumen
Los mates decorados en los Andes peruanos han
seguido una continuidad cultural desde el periodo precerámico hasta la
actualidad, en cuanto a sus usos, técnicas y decoración que han sido
influidos por los procesos de cambio histórico ocurridos en el Perú en sus
diferentes etapas. Desde el siglo XIX los mates sobresalen en la zona de
Ayacucho, Huancavelica y Junín y paulatinamente van surgiendo maestros materos,
como Mariano Inés Flores, quien fuera reconocido en la primera mitad del siglo
XX. Desde este siglo, a consecuencia de la creciente producción industrial y
oferta comercial de utensilios domésticos de otros materiales, disminuye la
demanda utilitaria de mates, pasando a ser cada vez más piezas decorativas con
gran desarrollo técnico y plástico. Actualmente se decoran y ofrecen mates en
la sierra central y centro-sur y en la costa norte del Perú a un público
conformado mayormente por sectores urbanos y turistas.
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Como nunca antes, estamos viviendo ahora en un
contexto en el que se dan rápidos cambios en todos los ámbitos de las
sociedades del planeta. Además, las colectividades humanas están tomando
interés por los cambios que se estructuran en sus vidas y en sus entornos
sociales y geográficos. Este proceso de globalización, que algunos denominan
mundialización, internacionalización o universalización, está afectando a todos
sin ninguna distinción.
Cabe
señalar que las culturas nunca fueron estáticas pero tampoco se dieron
transformaciones radicales en tiempos cortos. Esta circunstancia actual está generando diversas reacciones y
consecuencias. Por un lado se da la exaltación de la diversidad y por otro
surge una intolerancia exacerbada, como se denota en
diversos sucesos mundiales.
Matecito con tapa. Calabaza burilada y
pirograbada. Costa central 1200 – 1440 d. C. Colección del Museo Nacional de la Cultura Peruana – MINCU. Fotografía: Sirley Ríos A.
Las actuales circunstancias socioculturales nos
motivan a reflexionar sobre las transformaciones que están sufriendo las
culturas y artes tradicionales en el Perú. Por ello creemos pertinente enmarcar
nuestro tema de análisis en los mates decorados, dentro del contexto de visibilización de
sectores que durante años fueron marginados y de revaloración de las culturas
locales.
Un
primer intento por dar a conocer el nombre de un artista tradicional surgió del
mundo académico cuando José Sabogal hacia 1932 informa en un artículo sobre el
fallecimiento de un extraordinario burilador de mates llamado Mariano Flores;
sin embargo, Flores vivió y practicó su arte hasta 1949. Como consecuencia de
esa información errada, intencionalmente o no, se generó un mito en torno a la
figura de este burilador. Hasta ese entonces no hubo reconocimiento público a
ningún artista campesino. Además, por esos años estaba en boga el movimiento y
el pensamiento indigenistas que propiciaron el rescate de las artes
tradicionales. Sin embargo, es recién en 1975 que el Perú oficial reconoce al
arte tradicional en la figura de Joaquín López Antay, imaginero ayacuchano, a
quien se otorgó el Premio Nacional de Cultura. Hasta ese entonces el arte
popular era anónimo. La premiación a un artista no académico generó una
polémica dentro del ámbito intelectual y artístico, la cual hasta hoy no ha
sido resuelta del todo y puede resumirse en el reconocimiento como arte de lo que para algunos era solo artesanía. Ese hecho también motivó que
otros artistas populares elevaran su autoestima y se reconocieran como vivos
exponentes y transmisores de identidad cultural.
Azucarero. Mariano Inés Flores. Calabaza
burilada, desbastada, fondo negro y toques de color rojo. Inscripción: “CARRETIRA
MIJORADA PUENTE MAYOC”. Bajo Mantaro - San Mateo, Mayocc, Huancavelica. Primera
mitad del siglo XX. Colección del Museo Nacional de la Cultura Peruana – MINCU. Archivo MNCP.
El
mate decorado es un arte propio que desde el período precerámico persiste hasta
nuestros días, brindando su valor funcional, documental, simbólico y artístico. En
esta expresión artística ancestral el hombre andino pudo plasmar de manera
auténtica su sensibilidad estética, ya que desde su origen el mate decorado ha
tenido una importancia ritual y simbólica al margen de su preponderante
utilidad doméstica.
Azucarero. Escenas festivas, llamas, aves y
flora local. Anónimo. Calabaza burilada, desbastada y quemada. Alto Mantaro – Cochas, Junín.
Primera mitad del siglo XX. Colección del Museo Nacional de la Cultura Peruana – MINCU. Fotografía: Sirley Ríos A.
En
este artículo abordamos de manera general el proceso histórico y la continuidad cultural de
un arte ancestral que está vigente; por tanto se describen y explican las
transformaciones por las que ha atravesado este arte a lo largo de su
existencia para señalar que forma parte vital de nuestra identidad cultural, lo
que es una respuesta a las tendencias homogenizadoras; y, además, para
comprender cómo se mantienen las estructuras básicas de representación visual
andina al margen de las transformaciones, adopciones, adaptaciones y
recreaciones realizadas por los artistas materos según su época. Una de las
características culturales de la idiosincrasia de los peruanos, y en particular
del artista tradicional, es saber manejar estrategias de supervivencia al
conjugar los elementos locales con los elementos foráneos. A pesar de las
imposiciones del mercado global, los artistas del buril han sabido resistir y
mantener su arte con algunas transformaciones.
Afirmamos, pues, la necesidad de dar a conocer la importancia del mate decorado del Perú dentro de la dinámica actual de revitalización de las culturas locales, al ser esta expresión plástica uno de los máximos exponentes de nuestra identidad cultural.
Cuenco con motivos
florales e inscripción. Anónimo. Calabaza pintada al ácido. Costa norte.
Primera mitad del siglo XX. Colección del Museo Nacional de la Cultura Peruana – MINCU. Fotografía: Sirley Ríos A.
Ver
el artículo completo en:
Ríos Acuña, Sirley. “El arte del mate decorado: trayectoria histórica y continuidad cultural.” Patrimonio Cultural
Inmaterial Latinoamericano II: Artesanías. VV. AA. Cusco: Centro
Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de América
Latina – CRESPIAL, 2010, pp. 129-187.
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