Fotografías (de arriba-abajo):
1. Candelabro. Desiderio Loayza de la Cruz. Ayacucho. 2000. Fotografía: Archivo Museo Nacional de la Cultura Peruana.
2. Candelero llama. Desiderio Loayza de la Cruz. Ayacucho. 2000. Fotografía: Archivo Museo Nacional de la Cultura Peruana.
3. Candelabro con sirenas. Desiderio Loayza de la Cruz (DLC.). Ayacucho. Fotografía: Archivo DLC.
4. Candelero ave. Desiderio Loayza de la Cruz. Ayacucho. Fotografía: Archivo DLC.
5. Candelero sol. Desiderio Loayza de la Cruz. Ayacucho. Fotografía: Archivo DLC.
6. Marco. Desiderio Loayza de la Cruz. Ayacucho. Fotografía: Archivo DLC.
7. Candelabro Paz, Amor y Vida. Familia Araujo. Ayacucho. Fuente: http://hojalateria.weebly.com/candelabros-grandes.html
8. Candelabro mediano. Familia Araujo. Ayacucho. Fuente: http://hojalateria.weebly.com/candelabros-medianos.html
9. Veleros. Familia Araujo. Ayacucho. Fuente: http://hojalateria.weebly.com/veleros-pequentildeos.html
10. Espejo. Familia Araujo. Ayacucho. Fuente: http://hojalateria.weebly.com/espejos.html
11. Cruz con los símbolos de la pasión. Familia Araujo. Ayacucho. Fuente: http://hojalateria.weebly.com/cruces.html
12. Prendedores. Familia Araujo. Ayacucho. Fuente: http://hojalateria.weebly.com/accesorios.html
Por Sirley Ríos Acuña
La hojalatería es una actividad que tiene como materia prima el latón y su transformación en objetos diversos.
Es una de las pocas artesanías que ha sobrevivido de la época colonial peruana y que se ha mantenido a través de diferentes momentos de transformaciones sociales y económicas, pero que la modernidad la ha puesto en peligro de extinción. Sin embargo, las obras de los maestros actuales dan cuenta de su silenciosa existencia.
El arte de la hojalata se ha desarrollado en varias zonas donde había, en cada una, por lo menos un hojalatero. La mayor producción actual se concentra en las regiones de Ayacucho, Junín, Huancavelica, Apurímac, Cusco y Puno quedando algunos rezagos en la sierra de Lima.
Con la hojalata se hicieron frontales de altar, grandes estandartes, urnas y candelabros para las iglesias que por sus condiciones económicas no podían costearlos en plata. Huamanga fue un gran centro productor. Hacia 1770 ya existía el oficio asumido principalmente por indígenas. Del siglo XIX hay hermosos candelabros pintados, con aplicaciones de flores, hechos por artífices anónimos.
Otra veta de la hojalatería fue la elaboración de objetos utilitarios y de uso religioso familiar. Lámparas, candeleros, galoneras, regaderas, juguetes y cruces fueron las piezas preferidas por la clientela local. Las cruces de safacasa, o cruces de techo, que se enriquecen con los símbolos de la pasión y motivos rurales con fines de protección, fueron y son las más frecuentes.
La etapa artística fue más bien un producto de de renovación creativa con el afán de dar continuidad a la hojalatería tradicional. En ella predomina el aspecto estético y responde a su vez al gusto de una nueva clientela.
Este paso de lo utilitario a lo artístico lo dio Antonio Prada en un momento de crisis y desarticulación de las artes populares, tal como lo hicieran Don Joaquín López Antay y otros artistas tradicionales.
Ver el artículo completo en:
Ríos Acuña, Sirley. “El arte de la hojalata.” Boletín del Museo Nacional de la Cultura Peruana, 9 (enero-marzo 2000), s/p.
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