miércoles, 28 de noviembre de 2012

El toro de Charamuray





Fotografías (de arriba-abajo): Alfonsina Barrionuevo.
1. Toro. Cerámica modelada y vidriada. Centro Poblado Menor de Charamuray, distrito Colquemarca, provincia Chumbivilcas, región Cusco.
2. Ceramistas de Charamuray. Cusco.
3. Plaza de Santo Tomás. Chumbivilcas, Cusco.
4. Iglesia de Santo Tomás. Chumbivilcas, Cusco.


Por Alfonsina Barrionuevo


Me gusta ser cazadora de novedades. En una feria de Huancaro, en las fiestas titulares del Cusco, recogí en mis pupilas la bravura de un toro listo para embestir estrellas. Por fuera estaba revestido con loza verde que aumentaba su prestancia. Pregunté de dónde venía y el ceramista mencionó un nombre extraño, Chayamuray.

Quise saber más y me impactó su respuesta. El toro estaba hecho con piedra y arcilla, y cubierto con piedra talco y loza. “¿Un toro de piedra?”, pregunté levantando la pieza para verla mejor. “Sí”, fue la respuesta acompañada de una mirada desdeñosa. “¿Dónde queda el pueblo?”, indagué por si acaso. “En Chumbivilcas”.

La suerte fue que un familiar, Rafael Barrionuevo, descendiente de una rama que se quedó en la provincia, apareció un día. “¿Conoces Chayamuray?,” le dije, pensando en que el destino me lo mandaba. “¡Vamos!,” contestó simplemente y fuimos. La provincia que podría tener caminos montaraces es de piso llano. Una de las rutas sale de Arequipa a Yauri, capital de la provincia de Espinar. Los amantes de los precipicios deben conformarse con unas cuantas curvas y ascender sin tropiezos hasta Santo Tomás, su capital.

La altura hace cosquillas a los visitantes. Un sol amistoso nos toma del brazo para hacernos olvidar el sueño. Entre el viaje por tierra a la ciudad mistiana y el que sigue con unas horas de diferencia, son dos días durmiendo sobre cuatro ruedas, pero conociendo muchos pueblos.

El vecindario está formado por los legendarios qorilazos de ponchos tejidos con franjas toreras y famosas qarabotas de cuero que llegan hasta sus caderas. La ciudad que es la niña de sus ojos engalana su plaza con flores y un nuevo edificio municipal. Su iglesia de piedra tallada es de 1789. Su torre se luce con una gran campana, copia dicen de la María Angola del Cusco.

Unas combis nuevas enfilan con intervalos de una hora hacia Qolqemarka, pueblo que tuvo esplendor por sus minas de plata. En sus ferias dominicales saca todo lo que puede vender, productos de la tierra de los valles cercanos, y tiendas de ropa donde se encuentra sombreros de finísima lana de alpaca, alegres polleras de flores caladas, casacas y sombreros bordados.

A unos cuarenta minutos en automóvil, entre árboles de kiswar, campos sembrados y huertos, está Charamuray. La antiquísima comunidad es un diamante en ese cofre de Alí Babá en los Andes. Sus cerámicas son hechas con una piedra especial que se baja en burros y caballos de las canteras de Llanque. Usando una técnica prehispánica ablandan los bloques y los muelen en enormes batanes. En otros se muele otra piedra arcillosa que es de Qochapata. Ambas forman una masa fina. El moldeado de cántaros, ollas, platos y figuras se hace a mano con paletas de badana. Las piezas salen del horno y reciben un baño de loza o vidrio que les da un precioso color verde o mostaza. En los gentilares o tumbas de los cerros de Urubamba se ha encontrado vasijas de factura inka similares.

En mi niñez fui con mi padre a la gruta de Huarari, muy cerca de Livitaca, para gozar con un regalo de la naturaleza. Un “palacio” de estalactitas y estalagmitas níveas. Entramos de rodillas porque su abertura es muy pequeña y nos enderezamos casi enseguida para admirar sus tesoros a la luz de las antorchas.

Por dentro sus bóvedas son altísimas y se vislumbran altares barrocos, personajes fantásticos y rostros misteriosos que atisban a los intrusos de cien sitios a la vez. Alumbrándonos con las antorchas y caminando con cuidado porque por el piso se entrecruzan una infinidad de riachuelos llegamos hasta las orillas de un lago interior. Al fondo, en un escenario albo, se veía un grupo de ballerinas en suspenso.

“En Chumbivilcas, dice Rafael Barrionuevo, hay mucho por descubrir en Quiñota, Llusco, Waman Marka, Chiñisiri, Titiritiyoq y Velille”. En esos días desayunamos como en otros tiempos caldo de cabeza y estofado. ¡Una delicia! Quedamos en volver. Las empresas de transporte Imperial y Guapo Lindo están a la orden en la Urbanización Los Gráficos, de Arequipa.


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