viernes, 8 de junio de 2012

Bordados del Valle del Colca: Valeriano García Bernal





Fotografías (de arriba-abajo): Archivo Universidad del Pacífico.

BORDADOS DEL VALLE DEL COLCA
Exposición en la vitrina cultural de la Universidad del Pacífico
Del 30 de abril al 31 de mayo 2010


Por Marcela Olivas Weston

Los productos bordados del Valle del Colca (Arequipa) están alcanzando gran proyección y cada artesano le da un toque personal reelaborando los motivos de acuerdo a sus propias inquietudes y capacidades. 

Don Valeriano García Bernal es uno de los más destacados maestros del arte del bordado de Arequipa.  El desarrolla su arte  para una clientela local, en trajes y prendas tradicionales como polleras, camisas, corpiños, sacos, fajas. La calidad de su trabajo, muy apreciado en la zona, le ha permitido trasmitir e  involucrar en su quehacer al resto de la familia. En su taller se confeccionan y se  bordan las piezas. Actualmente está produciendo artesanía moderna: cartucheras, bolsos, sombreros, vinchas, monederos, correas, muñecas vestidas a la manera del Colca, productos que son muy solicitados por los turistas.

A través de esta exposición buscamos llamar la atención sobre la vida y obra de don Valeriano García Bernal, maestro artesano tradicional y sobre la aplicación y difusión de técnicas tradicionales como el bordado del Colca. Don Valeriano se esmera que cada una de sus obras trasmita historia, estética y tecnología, con un profundo valor espiritual.

Lima, abril 2010


viernes, 1 de junio de 2012

Sombreros tradicionales en el Perú





Fotografías (de arriba-abajo): Archivo Universidad del Pacífico. Colección Museo Nacional de la Cultura Peruana - Ministerio de Cultura de Perú.  
1. Vitrina cultural. 2. Sombrero de Santiago de Pupuja, Puno. 3. Sombrero de Chumbivilcas, Cusco. 4. Sombrero femenino de Carumas, Moquegua.


Exposición en la vitrina cultural de la Universidad del Pacífico
Marzo, 2009


Por Marcela Olivas Weston


En el Perú prehispánico, según su linaje y nación cada hombre y mujer llevaba su vestido y un tocado o chuko que lo distinguía de los demás.

La investigadora Luisa Castañeda en su libro Vestido Tradicional del Perú (MNCP, Lima 1981) refiere que "Los varones y las mujeres de cada pueblo y provincia tenían para diferenciarse señales y diversas especialidades en la indumentaria, fundamentalmente en el tocado, llevando además unos el cabello suelto y otros trenzado, mayormente en numerosas trencitas. Es así como los Cañaris de Tumibamba usaban una corona de madera a manera de cedazo. Los de Cajamarca sujetaban el cabello con una honda y los de Huamachuco con cordones rojos dando muchas vueltas a la cabeza. Otros levaban puestos unos rodetes llamados pillu, hondas blancas, toquillas de colores, fajas y cuerdas liadas a la cabeza…".

En el siglo XVI, con la conquista y el asentamiento de familias españolas, se fueron adoptando las vestimentas  europeas en las nuevas ciudades americanas. Con la instalación de los obrajes en América hubo una gran producción de tejidos la confección de sombreros fue muy importante con la lana de vicuña y ovejas. En ese contexto las mujeres y los  hombres de todas  las clases adoptaron ampliamente el uso del sombrero sea de paja o de paño y de formas y de tamaños.  En las  zonas rurales se mantuvo, en general,  el vestido y los tocados indígenas.

En 1780, a raíz del levantamiento de Túpac Amaru II, la autoridad española decretó la supresión del traje nativo, el indígena, al acatar la drástica orden, recreó los patrones extranjeros impuestos, incorporándoles ciertos elementos y formas de su antiguo atuendo, conjunción hispano india cuyo resultado es el traje popular usado hasta nuestros días. Así en cada región, provincia, distrito y caserío se fueron acogiendo a las nuevas disposiciones,  de acuerdo a las condiciones climáticas, a los usos y  necesidades del trabajo en el campo y en la ciudad, en las festividades y en las ceremonias. Sin embargo, todos estos cambios no han impedido que el vestido siga siendo un elemento de diferenciación y de identidad local.

Hoy en día, aún es posible encontrar en algunas localidades el oficio de sombrerero, en general son personas que han heredado éste arte de sus padres y abuelos y se dedican a elaborarlos de manera artesanal y con  materias primas de cada región.

Para la exposición sobre sombreros tradicionales se ha hecho una selección de algunas regiones de la costa y sierra del país.

- Piura: para resguardarse del fuerte sol norteño,  en la costa de  Piura usan amplios sombreros de palma, adornados con cintas negras,  el distrito de  Catacaos se distingue por la producción especializada de estos sombreros por su calidad, finura y delicadeza.

Los sombreros se clasifican en las ferias según el brillo, textura y unión de la pieza; para obtener los blancos, ligeros y finos sombreros son hechos por "maestros" artesanos del lugar.

En la parte alta de Piura también usan sombreros de palma y junco adornado en la base de la copa con una ancha cinta rosada o celeste.

- Junín: se cubren la cabeza con un sombrero redondo de copa baja, hecho de paño de lana de oveja, que antiguamente era de camélido, de color ocre claro, marrón, gris o blanco, adornado con una cinta ancha. Lo utilizan también para bailar el Huaylash.  El sombrero más utilizado es de paja blanqueada, adornado con una ancha cinta de seda negra, con un ala corta volteada o de ala ancha. En otros lugares como Cochas se cubren indistintamente con sombrero de paja o de lana de oveja.

- Puno: las mujeres usan sombreros tipo hongos, de paño de lana y en otros con monteras de diversas formas.  En el distrito de Ollaechea, distrito de Carabaya,  la montera femenina está formada por un armazón de paja forrado con tela de lana, de cuyos bordes pende una pieza de tela estampada de colores que enmarca el rostro.  En Lupaca, provincia de Chucuito,  el tocado en los días de fiesta es un armazón de paja forrado con tela por lo general amarilla, naranja o rojiza y adornada con muchas monedas de plata. En la ciudad de Puno las mujeres usan el sombrero tipo hongo y los hombres sombreros de fieltro obscuro de ala gacha. En Taquile,  los hombres cubren la cabeza con el chullo de fondo rojo decorados con diseños de de geométricos de múltiples colores, tejidos en lana de oveja o alpaca.

- Ayacucho: el sombrero más usado es de paja blanqueada de ancha ala, adornada con cinta negra que termina en un lazo lateral. También usan sombreros de lana de oveja que las jóvenes adornan con  flores para las fiestas. En Quispillacta el sombrero de hombres y mujeres es de forma redonda sin hormar, y lo usan con el ala volteada hacia arriba, los adornan con flores para las fiestas. Cuando el frío arrecia llevan un chullo bajo el sombrero.

- Moquegua: la vestimenta tradicional de Moquehua es muy original.  En la provincia de Carumas destacan los sombreros con adornos  con flores y las monteras bordadas con lentejuelas para sus fiestas.

- Huancavelica: los hombres usan sombreros de paño  de lana de oveja, lo llevan los domingos y días de fiesta con el ala levantada sobre la frente y adornado con una flor. Las mujeres llevan sombreros de color marrón, negro o gris de paño de lana, que las solteras adornan con flores con flores artificiales de papel crepé rosadas o rojas, que reemplazan a las naturales de antes. A un lado pende el huatani, borlitas de lana del mismo color de la prensa. En algunas zonas aún  usan monteras.

- Cusco: en cada provincia luce sus variadas  vestimentas  con sombreros, chullos y monteras, ésta última es  una  prenda de estructura dura, forrada en tela, de forma redonda o rectangular y con una hendidura para la cabeza, adornada con lanas, pompones de lana, cintas de colores, con bordes desflecados, con trencillas, entre otros. En Pisaj la montera es redonda y está forrada con pana de color negro y bayetilla roja y amarilla, además, tiene una mentonera de cinta de seda bordada. En Tinta, provincia de Canchis la montera femenina es de forma chata y redonda, con la parte superior forrada de tela negra de lana y adornada con un bordado lineal blanco. La montera masculina en la parte superior muestra desnudo el armazón de paja, mientras en el reverso va forrado con tela de lana de color rosado vivo. La parte central es de tela de lana negra adornada con un pompón de lana multicolor. En Queromarca provincia de Canchis la montera femenina es considerada una de las más bellas del Cusco, es de forma rectangular con adornos de "cintas de agua"  plisadas, vueltas y sostenidas hacia arriba. En el distrito de Ocongate, provincia de Quispicanchis la montera es de ala caída con la parte superior de lana negra y el reverso del mismo material en color amarillo y con bordes desflecados. En el Cusco las mestizas usan sombrero de paja encalada de ala corta y copa alta adornado con una ancha cinta de color que termina al lado con una roseta.

- Ancash: En Ancash las mujeres  del Callejón de Huaylas usan sombreros de lana  y de paja  los que adornan con cintas  cosidas en forma de rosetones, o con borlas y "bellotas" o pompones de lanas, también  con flores naturales y artificiales. Los hombres usan sombreros de lana y de paja elaborados en la costa norte, o de lana de oveja prensada de color natural o teñido de color gris u ocre adornados con cordones trenzados de lanas multicolores. También utilizan los sombreros industriales de paño de colore negro o marrón.

- Cajamarca: En todas las provincias de Cajamarca usan el sombrero de fibra vegetal que puede ser de junco,  de paja toquilla o de paja blanca. Se diferencian en el alto de la copa y en su terminación (punta barreta, tres puntas, triángulo, etc.), el ancho de la falda que puede ser corta, mediana o ancha y voltearse hacia arriba o abajo. Los adornos como cintas de tela,  de cuero Marroquín o con ojalillos.  Son famosos los sombreros confeccionados en  Celendín y en  Bambamarca.

- La Libertad: para protegerse del sol los campesinos y pescadores usan sombreros de fibras vegetales como de palma, de toquilla y de junco. El Chalán, al montar  el caballo de paso,  usa  un elegante  sombrero de palma  con ala muy ancha.

- San Martín: La confección de sombreros y adornos de paja bombonaje es la más renombrada actividad artesanal de la provincia de Rioja denominada la "Ciudad de los Sombreros". Los pobladores (riojanos y también los de  moyobambinos) son especialistas en el procesamiento y tejido de la fibra de la paja bombonaje, planta que se cultiva en todo el Valle del Alto Mayo.


Sombreros en exposición:

Junín: sombrero de Huaylash. Sombrero de paja blanca.

Moquegua: sombrero femenino de Carumas. Montera de varón de Muilaque, Carumas.

Huancavelica: sombrero Chopqa. Montera Queto.

Puno: sombrero de Carnaval de Azángaro. Sombrero de Pupuja.

Ayacucho: sombrero de Sarhua. Sombrero de Huanta.

Cusco: montera de Pisaj. Sombrero de Chumbivilcas.

Chachapoyas: sombrero de pastorcitas de navidad.

Tacna: montera.

Ancash: sombrero de Yungay. Sombrero de Vicos.

Madre de Dios: sombrero de caña.

San Martín: sombrero de mujer de bombonaje de Rioja.

La Libertad: sombrero de Chalán.

Cajamarca: sombrero de paja toquilla.

Pasco: sombrero de varón Chonguinada.

Piura: sombrero de junco.


Lima, marzo 2009.


(*) Extracto del folleto de exposición.


sábado, 26 de mayo de 2012

Lucila Pedregal Ramírez





ARPILLERAS
Exposición en la vitrina cultural de la Universidad del Pacífico
6 octubre al 9 noviembre, 2010



Por Marcela Olivas Weston

De acuerdo a la investigadora cultural Sirley Ríos, la arpillera es una expresión plástica popular urbana, se refiere a un cuadro confeccionado con una serie de aplicaciones o superposiciones de figuras de retazos de diversas telas que se cosen y bordan sobre un soporte de tela que representan figuras en volumen como personas, animales o frutos, e incluyen otros elementos como paja, plástico, madera, de acuerdo a la composición a plasmar.

Las arpilleras que presentamos en la vitrina cultural han sido elaboradas por la maestra Lucila Pedregal Ramírez, nacida en Puquio en el departamento de Ayacucho. A los 11 años viajó a Lima, donde se educó y comenzó a trabajar. Conoció a una señora que le daba chompas para arpillar, le llamó la atención la técnica que aprendió con rapidez, posteriormente se dedicó a hacer sus propios trabajos demostrando sus habilidades manuales.

Actualmente las obras de arpillería son más utilitarias y la técnica se aplica a diversos objetos: pie de árbol, pinos o árboles de Navidad, botas navideñas, manoplas, portaobjetos, portalicuadoras, portazafates, porta lentes, porta-cosméticos, toallas, bagueteros, tarjeteros, cartucheras, bolsos de diferentes tamaños, chalecos, fundas de cojines, manteles, mandiles, pantuflas, chompas, mochilas, polos, individuales, servilletas y hasta tarjetas.

CONTACTO/ PEDIDOS:
Sector 12 de Noviembre. MZ. J 4 e. Lote 16. Pamplona Alta (frente al parque Belén).
Teléfono: 285- 0764. Celular: 989508306.



Agradecimientos:
Soledad Mujica, Directora del Museo Nacional de la Cultura Peruana
Historiadoras del Arte: Estela Miranda Castillo, Sirley Ríos Acuña


(*) Publicado el 7 de noviembre de 2010 en: http://artetradicionalperuano.blogspot.com.es/search/label/1.%20Arpiller%C3%ADa

   

Apuntes sobre la exposición fotográfica: Sergio Quijada Jara, memoria de una pasión







Fotografías (de arriba-abajo): Archivo Sergio Quijada Jara. Propiedad de Eloisa Quijada.  
1. Excursión en las ruinas de Lurigancho  junto a Julio C. Tello. 1936.
2. Dialogando con el burilador de mates Mariano Inés Flores. 1948.
3. Rodeado por pastores de Sachacoto  durante la celebración del Santiago en Huancavelica. Década del 50, siglo XX.
4. Presentación artística de un grupo de Huaylarsh. Década del 50, siglo XX.
5. Jurado de un concurso folclórico junto a un Avelino en San Jerónimo de Tunán. Década del 60, siglo XX.
6. Sergio Quijada Jara y la kantuta, flor nacional del Perú. Década del 60, siglo XX.


Por Sirley Ríos Acuña

Sergio Quijada Jara (1914 - 1990), nació el 5 de octubre en Magdalena, anexo del distrito de Acostambo, provincia de Tayacaja, Huancavelica. Siguió estudios de primaria y parte de la secundaria en Huancayo, concluyó en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe en Lima. Estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y participó en los Juegos Florales Universitarios de 1940 con el trabajo titulado Estampas Huancavelicanas, ganó una mención honrosa. Incursionó muy joven en la literatura con poemas y novelas pero no llegó a desarrollarse en ese campo. Su principal dedicación fueron los temas del folclor andino.

Reconocido como uno de los intelectuales más representativos del siglo XX. Su ámbito fue la sierra central del Perú, asumió la defensa y revaloración de la cultura popular andina a través del registro escrito, fotográfico y sonoro de las diferentes manifestaciones del patrimonio cultural material e inmaterial. Fue un incansable viajero y cronista de su época.

Este ilustre abogado, asentado en la ciudad de Huancayo, dedicó su vida a investigar los diversos aspectos artísticos y culturales rurales y citadinos, principalmente de Junín y Huancavelica, las zonas donde transcurrieron sus vivencias. Su aporte está en sus recopilaciones con informaciones de los protagonistas. Plasmó sus reflexiones teóricas en un momento en que no se valoraba la cultura popular andina. Esto lo hace merecedor de innumerables reconocimientos.

La producción intelectual de Sergio Quijada se dio a conocer en libros, folletos y artículos periodísticos publicados en el Perú y el extranjero. La mayor parte de sus escritos estaban dedicados a las manifestaciones culturales consignadas dentro del folclor, disciplina acogida por los defensores del indigenismo y el nacionalismo. Sergio Quijada contribuyó con el desarrollo de la teoría del folclor peruano.

SERGIO QUIJADA JARA, memoria de una pasión es una exposición-homenaje que reúne fotografías seleccionadas de su archivo personal y que hoy, gracias al entusiasmo de varios amantes de la cultura popular tradicional, presentamos en formato ampliado. Resulta importante revelar aspectos claves de su vida y obra a través de este corpus de imágenes fotográficas captadas desde la óptica de sus contemporáneos, colegas, reporteros de los medios de comunicación local y amigos fotógrafos como el reconocido Teófilo Hinostroza, además de las fotos de su autoría, obtenidas in situ con el afán de registrarlo todo para capturar el instante y mantenerlo en el tiempo.

La exposición se presenta en bloques temáticos vinculados al entorno familiar y estudiantil, a sus actividades de abogado, deportista y locutor. Destaca la etapa de su defensa y valoración de la kantuta, su interés por el registro del Santiago y las danzas locales, su participación como jurado en concursos de música y danza, su relación con personalidades importantes de la cultura y el arte peruano.

El recorrido visual se inicia con el retrato de Sergio Quijada, cuando ya se nota su madurez intelectual. Resalta la imagen materna de doña Balbina Jara, el panorama de la provincia de Tayacaja (Huancavelica), la casa familiar y en primer plano, casi humanizado, el añorado árbol de molle, testigo de las vivencias infantiles.

Su paso por el colegio en Huancayo fue registrado, en 1933, en una foto grupal con los compañeros del 4to. de secundaria, posando en las ruinas de Wariwillka (Junín), y hacia 1936 cuando ya es estudiante universitario de San Marcos se hace retratar en las ruinas de Lurigancho (Lima) junto a Julio C. Tello.

Instaló su estudio de abogado en Huancayo en la década del 40 y al mismo tiempo desplegó su pasión por el estudio de la cultura popular andina.

También se dedicó al deporte del fútbol, tenis y tiro. En agosto de 1954 la prensa local de Huancayo elogió su participación en dobles con el tenista Jorge Kajatt, quienes resultaron ganadores en la categoría B.

En la segunda mitad de la década del 40 se inició su interés por la kantuta, pero fue a fines de la década del 50 y durante el 60 del siglo XX que manifestó una pasión profunda por la revaloración de la flor nacional. Su discurso sobre la defensa de la kantuta no se quedó en el plano teórico, sino que lo llevó a la práctica. Dan cuenta de ello las imágenes en las que aparece plantando kantutas en los colegios, en los jardines y parques del Valle del Mantaro.

Asimismo, en la década del 50 promovió diversos eventos entre los que destacan los concursos de la Reina Nativa con la intención de valorar la belleza de las mujeres campesinas.

Se hizo socio del Instituto Ramón Castilla, cuya labor fue destacar a este personaje que decretó la abolición de la esclavitud. En 1968, Sergio Quijada fue encargado de dar un discurso junto al monumento del mariscal.

Su permanente actividad en el campo cultural lo llevó a vincularse con Efraín Morote Best, Benigno Ballón Farfán, José María Arguedas, el escultor puneño Luis Ccosi Salas, el pintor Enrique Camino Brent, Rosa Elvira Figueroa y otras personalidades.

Constantemente era invitado como jurado a concursos de música y danza de la zona del Valle del Mantaro. Incluso registró en fotos las diversas danzas y celebraciones locales: el huaylarsh, la huaconada de Mito, la chonguinada, los avelinos, el Santiago, los carnavales, entre otras.

Pero su interés por las expresiones de patrimonio inmaterial no fue lo único que lo motivó, se encargó también de dar a conocer la labor de excelsos artistas populares como el maestro Mariano Inés Flores, burilador de mates de Huancavelica, a quien entrevistó en 1948, en su pueblo de origen, el anexo de San Mateo del distrito de Churcampa, provincia de Tayacaja. La foto nos revela a un artista anciano junto a sus calabazas en proceso de decorado y al mismo tiempo la pobreza material en que estaban inmersos los campesinos de la zona.

Las fotografías que se exhiben forman parte del contexto de revaloración de los archivos fotográficos que se ha iniciado en los últimos años en el Perú. En ese sentido, estas fotografías se consideran registros visuales de una época porque transmiten un determinado pensamiento de la sociedad y del individuo que fotografió.

(*) Publicado el 2008 en: http://espaciomuseal.blogspot.com.es/2008/10/sergio-quijada-lara.html

Exposición Sergio Quijada Jara en la galería de arte Yachay (2008)




Sergio Quijada Jara (Acostambo, Huancavelica 1914 - Lima 1990)

Curadora: Sirley Ríos Acuña 

Del 16 al 30 de octubre del 2008
Galería de arte Yachay: Pasajes Las Tunas (alt. cdra. 7 Av. Los Pinos, paradero 4, Km. 4.5 Av. Túpac Amaru). Independencia. Telf. 522-6332


(*) Publicado el 2008 en: http://espaciomuseal.blogspot.com.es/2008/10/sergio-quijada-lara.html


viernes, 25 de mayo de 2012

Manguillas bordadas






Por Sirley Ríos Acuña

Son prendas independientes para cubrir el antebrazo, denominadas en el habla wanka como mankitash. Estas mangas fueron el perfecto complemento del kotón, especie de túnica negra sin mangas, característico del valle del Mantaro, y cuyo origen se remonta a la prenda femenina prehispánica llamada anacu.

El uso de los manguitos se dio entre las damas europeas en el siglo XVII y en el XVIII en la indumentaria masculina. Se confeccionaron de pieles finas de marta o zorro, con el pelo dispuesto en la parte interna, y de tela forrada. Su forma cilíndrica y abierta en ambos lados se adecuó al antebrazo.

En los años 50 del siglo XX se usaban también las manguillas de paño y bayeta negra o verde con un bordado ralo y sencillo, continuando con los motivos de flores (cantuta, retama, verbena), pinau (hierba del campo) y picaflores. Pero los hilos finos se reemplazaron por lana teñida con anilinas y sintética.

En la colección del Museo Nacional de la Cultura Peruana tenemos, de las décadas 40 y 50, maguillas negras y verdes, combinadas con puños de color rojo y a calidades. Llevan un forro interno de tela tocuyo. En estas piezas destaca el manejo armonioso del color y sus contrastes. En cada manguilla se representan motivos florales variados, racimos de uva, aves, mariposas, llamas, taruka (venado), e incluso personajes estilizados que completan la escena, o el escudo nacional en versión popular. Estas figuras están en distintas posiciones y diversidad de colores, con tendencia en la composición hacia la simetría.

Las manguillas del Museo presentan un bordado de estilo antiguo que el bordador confecciona tomando como base su rodilla.

Las manguillas bordadas se llevaban puestas durante las fiestas, en ocasiones especiales y en las visitas a la Feria de Huancayo. Actualmente su uso es común en la indumentaria de las danzas que llevan el kotón: waylarsh agrario y de carnaval, chonguinada, tunantada, llamichada y tinyacuy. Cabe mencionar que existen makitos tejidos a palitos que son usados por los hombres. En Huancavelica prevalece su uso cotidiano y festivo, y en Junín son parte del traje de los chutos, personajes cómicos que resguardan el orden en la danza de la chonguinada.


(*)   Pieza del mes del Museo Nacional de la Cultura Peruana (MNCP): julio 2007.
(**) Publicado por primera vez en la página web del MNCP en 2007 y el 13 de febrero de 2009 se publicó en: http://artetradicionalperuano.blogspot.com.es/2009/02/manguillas-bordadas-sirley-rios-acuna.html

Cirios del Señor de los Milagros (Lima, Perú)





Fotografías (de arriba-abajo)
1. Cirio. Fuente:
http://www.deperu.com/abc/senor-de-los-milagros/2315/tradiciones-durante-el-mes-del-senor-de-los-milagros

2. Cirios. Fuente: http://www.srdelosmilagrosjp.jicas.net/historia.htm
3. Procesión del Señor de los Milagros. Fuente: http://umeyami.wordpress.com/2011/04/11/cronica-el-mes-de-los-milagros/

Por Sirley Ríos Acuña


La cerería es un arte religioso vinculado a los cultos y festividades católicas. Es una actividad vigente desde la época colonial y de mayor producción en ciudades como Cusco, Ayacucho, Huaraz y Lima.

Las velas y cirios decorados más notables y reconocidos son los que se realizan para la Semana Santa de Ayacucho y los que se ofrendan en la procesión del Señor de los Milagros durante el mes de octubre en Lima.

Precisamente, los cirios del Cristo moreno se caracterizan por ser morados, color del hábito de los devotos, aunque también son blancos con partes de morado. A esto se agrega la decoración tallada de formas vegetales e impresiones hechas con sellos representando figuras de Cristos crucificados o canastillas conteniendo rosas  pintadas de dorado. En la parte central se ubica una estampa impresa a color con la imagen de la pintura del Señor de los Milagros o sólo de un Cristo crucificado en mayor tamaño. Esta área se rodea con una serie de aplicaciones doradas, técnica artesanal de tradición antigua, y se complementa con angelitos moldeados  en relieve. Últimamente los cereros aplican papel platino de colores para hacerlos más llamativos.

En el Cercado de Lima el lugar donde se expenden mayormente estos cirios se encuentra en los alrededores de la Iglesia Las Nazarenas, ya sea en las tiendas o en los comerciantes ambulantes.

Los cirios y velas del mes morado aparecen encendidos durante las misas y procesiones en las andas y en las manos de la muchedumbre devota.