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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Juguetes tradicionales del Perú





Fotografías (de arriba-abajo):
1. Lagarto articulado. Madera tallada y policromada. Siglo XX. Colección Museo Nacional de la Cultura Peruana. Archivo Universidad del Pacífico.
2. Canoa. Madera balsa tallada y pintada. Segunda mitad del siglo XX. Grupo étnico Shipibo. Ucayali. Colección Museo Nacional de la Cultura Peruana. Archivo Universidad del Pacífico.
3. Camioneta jeep. Madera tallada y policromada. Flaviano Gonzáles Rojas. 2007. Distrito de Molinos, provincia de Jauja, región Junín. Colección Museo Nacional de la Cultura Peruana. Archivo Universidad del Pacífico.
4. Flaviano Gonzáles Rojas. Juguetero de Molinos, provincia de Jauja, región Junín. Fuente: http://artetradicionalperuano.blogspot.com.es/2009/01/flaviano-gonzles-en-el-museo-nacional.html

JUGUETES TRADICIONALES DEL PERÚ
Exposición en la vitrina cultural de la Universidad del Pacífico
Noviembre-diciembre, 2009


Por Marcela Olivas Weston

Se aproxima la Navidad y podemos acercarnos a mirar, conocer y apreciar los juguetes artesanales peruanos, que aún son la delicia y esparcimiento de los niños del interior del país. Los artesanos de los pueblos los confeccionan con diversos materiales como la madera, la cerámica, de trapos o de fibras vegetales.

El trompo es un juguete que es y ha sido una de las formas preferidas de diversión de los niños quienes demuestran su habilidad en diversas competencias. Otros juguetes comunes son el acróbata, las matracas y sonajas,  los carritos y carretas, los yoyos, las pequeñas cocinas, ollitas y vajillas de barro o de hojalata; las canastitas, los panes en forma de animales, las  muñecas de trapo, las marionetas, los silbatos y los pitos, los tamborcitos, las flautas y cascabeles y muchos más.

Lima, noviembre de 2009
 

sábado, 18 de agosto de 2012

Coronas de la Amazonía



Fotografías (de arriba-abajo): Marcela Olivas Weston. Archivo Universidad del Pacífico. 2009.
1. Vitrina cultural. 2. Corona. Llanchama pintada y plumas. 2008. Grupo étnico Bora. Loreto. Colección Museo Nacional de la Cultura Peruana - Ministerio de Cultura de Perú.

CORONAS DE LA AMAZONÍA
Exposición en la vitrina cultural de la Universidad del Pacífico
Setiembre, 2009


Por Marcela Olivas Weston

El poblamiento de la Amazonía es muy antiguo; las escasas investigaciones arqueológicas han encontrado restos de cerámica fechados en 3 500 a.C. en la zona del río Chambira (Morales, 1993).

Existen evidencias que las distintas culturas prehispánicas se acercaron a la Amazonía en busca de las plumas de sus variadas aves y animales exóticos para adornar sus vestidos y tocados. Después de la conquista hispana la Amazonía despertó la curiosidad de cronistas, viajeros, aventureros, misioneros (dominicos, franciscanos, jesuitas) y antropólogos que viajaron y recorrieron sus extensos territorios por diversas razones e intereses.

Las primeras fotografías conocidas, de fines del siglo XIX, muestran a sus pobladores organizados en tribus, ataviados de manera extraña y con costumbres diferentes a las occidentales, como caminar con los pies en contacto con la tierra, por lo que se les denominó “chunchos” o “salvajes”.

Si bien en la actualidad la mayoría de los grupos indígenas amazónicos están integrados de diferentes formas a la modernidad, aún siguen viviendo en íntimo contacto con la naturaleza que los rodea, que han tenido que conquistar para sobrevivir, con los conocimientos de sus antepasados que guardan en su memoria biocultural y los trasmiten oralmente a través de mitos, leyendas y cantos. Los pueblos indígenas consideran que el bienestar de los individuos y las colectividades depende de mantener una relación armoniosa entre el mundo visible de los humanos y los mundos invisibles de las divinidades, los espíritus y las esencias primordiales.

Los habitantes de las naciones amazónicas elaboran utensilios de forma artesanal, transforman los productos del bosque para diversos fines. El barro, las raíces de los árboles, las lianas o sogas, las plumas, las cortezas, la madera, los tintes y las semillas adquieren formas y texturas variadas al transformarse en adornos y en objetos de uso cotidiano. Confeccionan además, una artesanía ceremonial que consiste en vestimentas, ornamentos, vasijas y objetos variados para sus ceremonias chamánicas y otras de uso comunal.

El historiador Luis Eduardo Wuffarden apunta: “Sin embargo, la importancia concedida a los géneros relacionados con el adorno personal contienen precisos mensajes de distinción o de rango social dentro del propio grupo o frente a las demás etnias. Entre todos aquellos géneros, tal vez el arte plumario continúe siendo el más llamativo a ojos del espectador occidental. No es de extrañar que la búsqueda de aves exóticas y plumajes coloridos haya sido una de las razones que, en tiempos de los últimos incas, impulsaron a la conquista de estas tierras. De hecho, la nobleza cusqueña solía ostentar la posesión de guacamayos como emblemas de riqueza y poder”.

Muchos de los actuales tocados de plumas reciben todavía el nombre de "coronas", aunque no siempre sean distintivos de autoridad. Entre los pueblos achuar, awajun, wampis y kandozi, por ejemplo, el uso de tales atuendos corresponde a momentos festivos o a las raras ocasiones en que se visita a los vecinos. De acuerdo con la colocación o el color de las plumas, el usuario busca ejercer el mismo atractivo que el de las aves durante el cortejo nupcial o disfrutar de sus cualidades reales o atribuidas. A veces, entre los ashaninka y los nomatsiguenga, ejemplares disecados a manera de pendientes añaden un componente "hiper-realista" llamado a distinguir las virtudes del buen cazador”.

El investigador Roberto Villegas subraya que “Las coronas son sumamente vistosas, como las usadas por los Orejones, llamadas Maa Haro o las Maiti, que usan los shipibos, naturalmente muchas tribus usan coronas y tienen un hondo contenido simbólico, como en el caso concreto de los Cashibos cuya corona es la representación de la constelación de la Cruz del Sur y las cuatro estaciones. Mientras que en la mayor parte de las coronas las plumas están dispuestas verticalmente, las tribus del río Alto Purús, las colocan horizontalmente, esto se da en los Cashinahuas, Culinas y Sharanahuas”.

Las plumas pueden ser insertadas sobre un tejido de algodón o servir como trama intercalada, en otros casos son adheridas sobre un tejido vegetal con propóleos, que es la cera negra que producen las abejas para tapar todos los intersticios del panal o colmenar, también usan la brea. Se utilizan con frecuencia las plumas del tucán, guacamayo, garza blanca y rosada, loro, paucar y paujil”.

Las coronas de los grupos tribales de las familias etnolinguista pano, son hechas con tiras de caña o bambú y presentan cuatro cruces dispuestas en rombo, van revestidas con hilos de algodón de diferentes colores y rematadas con pequeños manojitos de plumas. Los cuatro vástagos de las cruces corresponden -según las creencias de estos grupos amazónicos- a igual número de palmeras que sostiene el cielo y las nubes, para que no caigan sobre la tierra. El mundo para ellos tiene la forma de un rombo, en cuyos cuatro vértices moran, respectivamente, dioses solares. En la puerta del cielo, que está en el centro del firmamento, hay una gran cruz conformada por la intersección de los cuatro vástagos”.

Detrás de cada corona que presentamos en esta exposición hay una cultura que se expresa en distintas lenguas, en sus formas de organización social, en sus creencias religiosas, en sus expresiones estéticas, y que recién se está redescubriendo. Todo ello conforma nuestro Patrimonio Inmaterial.

Piezas en exposición procedentes del Museo Nacional de la Cultura Peruana:
- Corona masculina. Uitoto. Llanchama pintada y plumas. Loreto, 2008.
- Corona de Shamán. Uitoto. Llanchama pintada y plumas. Loreto, 2008.
- Corona masculinas. Mororuna, Matsé. Fibra vegetal pintada. Loreto, 2008.
- Corona de curaca. Bora. Llanchama y plumas. Loreto, 2008.
- Coronas masculina. Uitoto. Llanchama. Fibra vegetal y plumas. Loreto, 2008.
- Corona. Bora. Llanchama pintada y plumas. Loreto, 2008.
- Corona femenina. Bora. Llanchama pintada y plumas. Loreto, 2008.
- 2 Vinchas. Tejido y plumas. Madre de Dios, 2008.
- Corona. Asháninka. Satipo. Púas de puercoespín, bejuco y plumas de guacamayo. Junín, 2008.
- Corona masculina. Pampa Michi. Caña. Chanchamayo, Junín, 2008.
- Gorro. Cacataibo. Piel de mono. Aguaytía, 1950.
- Corona ceremonial. Shetebo. Corteza, tela pintada y palo de balsa. Bajo Ucayali, 1950.
- Corona masculina. Cashibo. Piel de mono choro, hilo y brea.
- Corona masculina. Asháninka. Carrizo, hilo y brea. Río Tambo, 1950.
- Corona. Cacataibo. Corteza, caña, algodón y plumas de guacamayo. Aguaytía, 1950.
- Corona Cacataibo. Paja trenzada. Aguaytía, 1950.

Lima, setiembre de 2009 

(*) Extracto del folleto de exposición.

lunes, 13 de agosto de 2012

La historia de Pakitsa


Fotografía:
1. Pintura de Moisés Torres. Asháninka del río Tambo. Amazonía peruana. Fuente: http://nilavigil.files.wordpress.com/2009/05/pakitsa.jpg


Por Nila Vigil (lingüista)


Este es un dibujo de Moisés Torres, un asháninka del río Tambo. De él nos dice Maria Heise:

“Como los otros amigos Asháninkas, él me hablaba con frecuencia de todos los malos espíritus que pueblan el monte, del “Katsiborere”, el “Chulla chaki”, el “Casanto” hasta el omnipresente “Tunche”; y me reprochaba por mi imprudencia. Siempre me recomendaba no ir sola, sino acompañada por uno de ellos, que habría podido protegerme en situaciones de peligro. [...] [L]e pedí dibujarme todos estos seres tan misteriosos y tan peligrosos que yo no podía ver. Estos dibujos representan el mundo que Moisés y los Asháninka “ven” y que nosotros, con nuestros ojos, no somos capaces de reconocer.”

Cuando Enrique Casanto, Irma Sánchez y Salomón Diquez vieron los dibujos de Moisés reconocieron en ellos historias y experiencias de su pueblo; el pueblo asháninka.  Aquí, la historia de Pakitsa narrada por Irma Sánchez:

Había una vez una chica que le gustaba criar animales. Un día su papá le trajo de la caza un gavilancito. Su nombre es Pakitsa en asháninka. La chica lo quería mucho y lo alimentaba con pescaditos, trocitos de carne, todo lo que le gustaba a su gavilancito. Así, los dos crecieron juntos. El gavilán se hizo más grande y fuerte, y llevaba a casa animales cada vez más grandes, que él mismo cazaba. Por eso nunca faltaba comida en casa.

Sucedió que el gavilán se había enamorado de la chica y le traía mucha comida para que ella creciera rápido. Una vez traía venado y otra sachavaca.

El gavilán empezó a fabricar un nido muy grande y por eso no regresó a casa de la chica por mucho tiempo. La chica, que también se había enamorado del gavilán, se preocupó mucho por la ausencia de su gavilán.

Pero un día lo vio regresar y se alegró mucho. El gavilán se acercó a ella, pero no le había traído nada. La agarró por la cushma y se alejó volando. Ella gritó, pero nadie pudo ayudarla.

El gavilán la llevó a su nido y desde ese día la hizo su mujer. Para los demás, él era un gavilán; pero para ella era un hombre, era su esposo y comprendía su idioma. El nido de ellos se encontraba arriba, sobre el río Ene.
Pero después, el gavilán ya no cazaba animales sino gente que confiada, bajaba por el río.

El gavilán mató a tantos paisanos que la gente decidió darle muerte. Para ello, la gente construyó un hombre gordo hecho de greda, lo vistieron con una cushma, le colocaron una corona en su cabeza y un remo en la mano. Lo sentaron en una canoa y lo empujaron río abajo.

La mujer del gavilán, que ya estaba acostumbrada a comer gente, vio al hombre gordo que bajaba en la canoa y le gritó a su esposo: “Tráeme a ese gordo que quiero comerlo” Pero las uñas del gavilán se quedaron prendidas en la greda y él no pudo liberarse. Con palos y remos la gente lo mató. Desde arriba, la mujer gritaba: “No lo maten, no lo maten, es mi marido.” Pero nadie le hacía caso.

Las plumas del gavilán empezaron a caer y al tocar el agua se iban convirtiendo en pequeñas canoas. En cada una de ellas, había yines, matsiguengas, shipibos, todos los que viven río abajo, y se empezaron a escuchar distintas lenguas. Es por eso que todos estos paisanos saben hacer bonitas canoas.

La mujer se había quedado viuda y ya no podía seguir comiendo gente. Entonces, regresó a la casa de su madre y convenció a su hermano para que le ayude a matar más gente. Otra vez, los paisanos eran muertos al bajar el río.

Pero un día, bajó al río Avireri, el que puede transformarlo todo. La mujer y el hermano quisieron agarrarlo, pero él los convirtió en dos piedras. Estas dos grandes piedras todavía pueden verse en el Pongo de Pakitsapango. (Heise, Maria y Javier Macera (2002) Pakitsa Pinturas y relatos asháninkas. Tarea Gráfica Educativa, Lima, pp.33-35).

Aquí otra versión de Pakitza, narrada por los compañeros de la Central Asháninka de río Ene:

Cuentan los asháninka que en las alturas del pongo de Pakitza, en la zona más angosta de la cuenca del río Ene, vivía Pakitza que en la lengua española significa “águila”. A esta parte se le llama Pakitzapango que significa “casa del águila”.

Pakitza tenía por esposa a una mujer asháninka y a Pakitza le gustaba comer carne humana. Pakitza, con sus grandes garras, colocaba piedras enormes en el río para hacer un gran muro de piedra y cerrar el paso a los asháninkas que surcaban con sus botes el río Ene. De esta manera los atrapaba y devoraba.

Debido a que Pakitza les hacía mucho daño los asháninkas decidieron matarlo. Entonces construyeron un hombre de arcilla y lo pusieron sobre una balsa para que surque el río Ene. Cuando Pakitza fue a atrapar al hombre sus garras quedaron atrapadas en la arcilla y los asháninkas rodearon y mataron con sus flechas a Pakitza. Quemaron la balsa y las plumas de Pakitza se derramaron surcando por todo el río Ene. Los asháninkas dicen que de estas plumas se han formado todas las demás culturas que conocemos en la Amazonía.

Ahora ¿cuál es la relación de Pakitza con el proyecto de la central hidroeléctrica Pakitzapango? Que precisamente se trata del mismo lugar donde se piensa construir un gran muro de piedra para detener el río.

La misma idea que tenía Pakitza para comerse a los asháninkas.

Es por esto que los asháninkas perciben cualquier obstrucción de su río como una afectación directa a sus comunidades, como si los intentaran matar. Para ellos sería terrible que para hacer la represa se vuelva a construir un gran muro en el mismo lugar donde antes vivía Pakitza.

Nota: la escritura Pakitsa y Pakitza obedece a dos variedades de la escritura asháninka.


(*) Texto publicado originalmente el 27 de mayo de 2009 en: http://nilavigil.wordpress.com/2009/05/27/la-historia-de-pakitsa/


sábado, 4 de agosto de 2012

Exposición de pintura Dueños y guerreros mágicos. Enrique Casanto Shingari













Fotografías (de arriba-abajo):
1. Afiche de exposición Dueños y guerreros mágicos. Enrique Casanto Shingari (15 abril-20 mayo, 2011). 2. Portada del folleto de exposición. 3, 4 y 5 Texto del folleto de exposición. 6. Yonicaiteri (el que hace temblar). Acrílico/ lienzo. 45 x 35 cm. 2010. Fotografía: Archivo Seminario de Historia Rural Andina (SHRA) de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). 2011. 7. Camatyo (insecto). Acrílico. 45 x 35 cm. 2010. Fotografía: Archivo SHRA -UNMSM. 2011. 8. Samiri (paujil). Acrílico/ lienzo. 45 x 35 cm. 2010. Fotografía: Archivo SHRA -UNMSM. 2011. 9. Onkiro (rata). Acrílico. 45 x 35 cm. 2010. Fotografía: Archivo SHRA -UNMSM. 2011. 10. Las orquídeas y sus dueños. Acrílico/ lienzo. 1 m. x 1 m. Fotografía: Archivo SHRA -UNMSM. 2011. 11. Guerreros. Acrílico/ lienzo. 2 m. x 1.60 m. Fotografía: Archivo SHRA -UNMSM. 2011. 12. Enrique Casanto Shingari. Fotografía: Archivo UNMSM. Abril, 2011.

Curador y textos de exposición: Javier Macera Urquizo


Fuente:


lunes, 30 de julio de 2012

El arte ese´ejja en Ruraq Maki (noticia)





Fotografías (de arriba-abajo): Archivo Ministerio de Cultura de Perú. 2012.


Las manos de Elestina, Elda y Mercedes, de la etnia ese´ejja, han hecho de la confección de productos con la liana del árbol de tamshi un arte. Sombreros, canastas, abanicos, bolsones, carteras, paneras, de extraña belleza y minucioso acabado, están exhibición y venta en el Ruraq Maki, Hecho a mano, en la sede central del Ministerio de Cultura.

Vestidas las tres con la usanza ese´ejja, hilan en el piso con la ayuda de su pie desnudo, sin desconcentrarse. Forman parte de la comunidad Palma Real, que se halla a tres horas río abajo desde Puerto Maldonado. Junto a Sonene e Infiernillo son las únicas tres comunidades de la etnia que aún sobreviven en Madre de Dios.

El tamshi es un árbol endémico de la región. La liana es una corteza adherida al árbol que cortan y procesan. Le quitan la cáscara, la adelgazan o quiebran, la jalan a través de un hueco hecho en el centro de una lata de atún con el fin de alisarla, y la cortan de acuerdo a sus necesidades. Inmediatamente la tiñen. El tinte se lo procuran del achiote (rojo), el huito (azul oscuro), el palillo o curcuma (amarillo), la hoja de sapinanga (lila).

Las tres mujeres ese´ejja volverán a su pueblo y rendirán un informe a su comunidad. Contarán su experiencia. Hablarán de la urbe y de cómo fueron recibidos sus productos. Continuarán en la lucha por la sobrevivencia de sus vidas y de sus costumbres. Forman parte de la exposición-venta de Ruraq Maki, Hecho a mano, en la sala Nasca del Ministerio de Cultura. Hasta el próximo 29 de julio.

28 julio 2012