viernes, 8 de junio de 2012

Cerámica de Chulucanas (Piura): Teresa Yamunaqué




CERÁMICA DE CHULUCANAS
Exposición en al vitrina cultural de la Universidad del Pacífico
Junio, 2010

Por Marcela Olivas Weston

Teresa Yamunaqué es una de las más antiguas ceramistas de Chulucanas, proveniente de una tradicional familia de artesanos. Su padre fue el alfarero Severino Yamunaqué Pantaleón, nacido en Catacaos, en la localidad de Simbilá. Su abuelo fue el gran Baltasar Yamunaqué Sosa, quien contaba que aprendió sus técnicas de cerámica de sus padres, quienes a su vez "lo aprendieron de las huacas". Su madre María Candelaria dejó la agricultura para ayudar a don Severino en sus diseños de alfarería. Pero en secreto, "porque era mujer".

Teresa veía a su padre preparar la arcilla mezclándola con agua en desmejoradas tinajas y la dejaba reposar dos días para una vez en su punto,  amasarla y estrecharla con las manos o con los pies como en vendimia. Para elaborar recipientes grandes, Severino se ayudaba de un trapo mojado, antes de ponerlos a la sombra por otro par de días. Para la decoración, y con la vasija todavía húmeda, empleaba una clase de sello ovalado llamado ‘labradora’, hecho con tierra cocida, que tenía a ambos lados dibujos incipientes.

Lo primero que le enseñó su padre a Teresa fue a hacer las asas y pegarlas; cuando hubo dominado la técnica aprendió el torneado y el paleteado --un 'sello de ánima' de la familia-- y el bruñido a piedra caliza. Teresa describe la técnica: coge su paleta de algarrobo y una piedra demacrada del río. La paleta achata los bordes de una masa de arcilla y la piedra la sostiene y la tornea. Es el mismo procedimiento que aprendió a los 9 años.  Luego hace un chorizo con otra masa arcillosa y la coloca como sello en el cuello del cántaro que quiere hacer. Y utiliza luego una madera en forma de cuchillo para dejar todo parejo.

A los 20 años comenzó a hacer piezas más funcionales y comerciales: cántaros, fuentes y jarrones. Sin embargo, en la historia de la artesanía peruana figurará que ella y su hermano, a los 15 años, fueron los primeros en hacer populares las representaciones de mates en cerámica, "de cuerpo natural y pintado de rojo o morado en la tapa y lo burilamos con incisiones de motivos florales", recuerda Teresa.

Ella también se acuerda de haber conocido al hijo del pintor José Sabogal, don José Sabogal Wiesse, quien estaba interesado en sus técnicas. La cerámica de Chulucanas tiene sus antecedentes en el estilo Vicús, cultura prehispánica desarrollada al sureste de Chulucanas, Piura, entre los años 400 y 600 después de Cristo. Su cerámica se desarrolló con técnicas tradicionales como el estirado y el anillado para su manufactura y para el acabado el engobado, el alisado y bruñido y para el decorado usaron el negativo, el modelado aplicado, la decoración incisa sobre pasta fresca y el recortado o calado. Los conocimientos transmitidos de los alfareros de Simbilá a sus hijos en Chulucanas han sido enriquecidos por una generación que dominó la técnica del negativo y aplicó nuevos colores, y logrando más finura en la textura.

Los hallazgos arqueológicos de la cultura Vicús, a comienzos de los años 60, con el redescubrimiento de la técnica del positivo-negativo, influyeron en su arte. En 1965 (1) la religiosa norteamericana Gloria Joyce, admiradora del arte popular peruano, contactó a Teresa, le sugirió que hiciera "negativos con colores y no solo con negro" y la animó a participar en ferias como la de la Mujer Campesina en la Universidad Agraria de La Molina. Además Teresa enseñó todo lo que sabía del humeado en horno a artesanos como Gerásimo Sosa y Max Inga (2).

En la década del 1980 vino a Lima para ayudar a su hermano José, "el artista, el talentoso", y decidió quedarse. En 1983 pasó una larga temporada en Huaraz difundiendo el mate en cerámica. De vuelta a Lima, inició en 1986 las clases de cerámica en un taller de Barranco, Y prosiguió dando talleres en la selva. Cuando al hermano lo becaron en Italia, ella viajó por el Huallaga y por el pueblo de Chazuta en Tarapoto. "Me dediqué a enseñar lo que sabía. Hubo gente que aprendió y se dedicó a la cerámica. Ese fue el mejor pago que recibí. Tengo mis seguidores, así la tradición continúa".

Cuando cumplió 35 años tuvo a su único hijo con otro piurano que se dedicaba a las filigranas. El niño ahora tiene 25 años: "Lo recuerdo de chiquito, cuando fuimos a hacer talleres a Huaraz, tenía año y medio y ya cogía su paleta. Y fue captando bastante. A los 8 años ya sabía humear las piezas. Ahora él es el único que queda de la herencia familiar". Jaime el hijo de María Teresa, ahora de 26 años declara que ‘Ahora, me siento identificado con el legado que me dejaron mi madre, abuelo, mi bisabuelo". María Teresa lo sabe, los Yamunaqué seguirán vivos porque ya hay quien hará hablar a la arcilla y el barro y traerá nuevos aportes que enriquecerán este quehacer creativo.

El trabajo de Teresa Yamunaqué se inserta en la tradición ceramista de Chulucanas, herederos de la técnica prehispánica del negativo-positivo de los Vicús. En sus obras se evidencia la fuerte conexión  entre la continuidad del arte popular y la tradición familiar.

En el año 2005 se declara a la Cerámica Chulucanas Producto Bandera del Perú y en el Año 2006 se otorga y se registra en Indecopi la Denominación de Origen Chulucanas.

Teresa Yamunaqué recibió en el año 2009  un Reconocimiento del Instituto Nacional de Cultura como Personalidad Meritoria de la Cultura por su valioso aporte a las artes tradicionales del Perú.

Los motivos que Teresa prefiere desarrollar con la cerámica están relacionados con las tradiciones populares de Piura, que ella conoció desde su niñez: esculturas de burros con costalillos, chicheras, hilanderas, además de cofres en forma de mate, gallinas, patos. También elabora ensaladeras, floreros, platitos, jaboneras entre muchos otros objetos utilitarios y decorativos, hechos con sus manos, llenas de amor y paciencia.


CONTACTO/ PEDIDOS:
Teresa Yamunaqué Bermejo, Pasaje Huascarán,  Mz.  E-A, lote 5, Residencial Los Girasoles, Chaclacayo, Lima.
Teléfono: 353- 1587

Lima, junio 2010


Nota aclaratoria del blogger:
(1) De acuerdo al testimonio de la religiosa norteamericana Gloria Joyce ella llegó en 1966 a Chulucanas para apoyar en una posta médica. En 1967, admiradora del arte popular peruano, Gloria Joyce contactó con Teresa Yamunaqué mientras asesoraba a su hermano José Luis Yamunaqué para que éste enseñe la técnica cerámica a un paciente de la posta médica, Max o Máximo Inga Adanaqué, procedente de un caserío cercano, La Encantada, distrito de Chulucanas. José Luis Yamunaqué después de lograr seis becas de cerámica en Lima, introdujo en 1971 el uso de los engobes comerciales y compartió esos conocimientos técnicos con Teresa y Máximo Inga.

(2) Según Gloria Joyce se ha señalado de forma errónea que Teresa Yamunaqué adiestró a Gerásimo Sosa Alache en el uso de la técnica del negativo Vicús. Por el contrario, fue Gerásimo, quien, bajo la asesoría de la religiosa norteamericana re-descubrió en 1977 la técnica del negativo y lo compartió con sus parientes, otros ceramistas como Máximo Inga, aprendices y visitantes académicos de varios países en los años 1981.



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