Fotografías (de arriba-abajo):
1. Portada de la revista Ñawinpukio, Nº 2. 2. Editorial de la revista Ñawinpukio, Nº 2. 3. Índice de la revista Ñawinpukio, Nº 2. 4. Primera página del artículo. 5. T’anta wawa. Huancavelica. 1996. Dibujo a tinta: Sirley Ríos Acuña (SRA.). 6. T’anta wawa. Andrés Santé. Huancavelica. 2000. Fotografía: Cornelio Aguayo Pacheco. Archivo SRA. 7. T’anta wawa. Pasco. 1998. 8. T’anta wawa. Ancash. Dibujo a tinta: SRA. 9. T’anta wawa. Apurímac. Dibujo a tinta: SRA. 10. Llamas. Pasco. 1998. 11. Jinete. Andrés Santé. Huancavelica. 2000. Fotografía: Cornelio Aguayo Pacheco. Archivo SRA. 12. Caballo. Puno. c. 1996-1998. Dibujo a tinta: SRA. 13. Paloma. Puno. c. 1996-1998. Archivo SRA. 14. Ardilla. Puno. c. 1996-1998. Archivo SRA. 15. Corazón. Arequipa. Dibujo a tinta: SRA. 16. Matrimonio. Pasco. 2005. Archivo SRA.
Por Sirley Ríos Acuña
Las celebraciones de Todos los Santos y Dia de los Difuntos, realizados el 1° y 2° de noviembre, genera una serie de preparativos y ceremonias ritual-tradicionales que provienen de épocas prehispánicas unidas a una tradición cristiana católica impuesta por los españoles.
Se realizan en todos los pueblos y cada uno presenta su particular manera de festejarlo, evidenciando así la diversidad cultural existente en nuestro país.
Representan simbólicamente la vida y la muerte a la vez, ambos complementados. Todos los Santos es la celebración de estar vivos, en tanto que el Día de los difuntos es el homenaje de los vivos a los muertos. Se muestra una vez más un carácter dual, constante en la sociedad andina.
Precisamente para estas fechas las familias rurales y urbanas acostumbran preparar una variedad de comidas, dulces, panes especiales y bebidas preferidas en vida por el difunto, las cuales junto a otras cosas de especial simbolismo forman parte de las mesas, como ofrendas a las almas que vienen a disfrutar el banquete.
Aquellos panes especiales llamados t’anta wawas, t’anta achachis, t’anta caballo y una serie de nombres, que acaso sean una continuidad de los sancos prehispánicos, también se obsequian entre los miembros de la familia y comunidad.
Esta tradición de hacer panes para las diferentes ocasiones es tan antigua en el mundo que cuando llegaron los españoles encontraron semejanza con las costumbres americanas, que se sincretizaron con las europeas. Lo que hoy observamos alrededor de esos panes especiales es producto de ese sincretismo que ha ido sufriendo transformaciones a lo largo del tiempo.
Las diversas figuras que se engloban bajo el término de t’anta no sólo son de pan sino de bizcocho. Se elaboran de harina de trigo, maíz y a veces de quinua, cebada o cañihua. Los bizcochos, generalmente de la zona sur del país, están cubiertos de miel, grageas, caramelos, chocolates, pasas, guindones, ajonjolíes y azúcar impalpable. Los panes dulces y salados salpicados de ajonjolíes o grageas son más comunes en el centro y norte. Presentan diferentes tamaños y formas. Las familias las hacen, encargan y compran en panaderías.
(*) La sitoplástica refiere a las diversas creaciones artísticas elaboradas como objetos alimenticios, en este caso con todo tipo de harina. Este tema de investigación fue motivado por el I Concurso Nacional de T’anta wawas que organizó y continúa organizando el Museo Nacional dela Cultura Peruana desde 1996 y que a partir de 1997 se ha ido concretando en algunos escritos y búsquedas bibliohemerográficas. Lo que hoy se presenta es un artículo que da algunos alcances generales de un trabajo mayor en proceso.
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(*) La sitoplástica refiere a las diversas creaciones artísticas elaboradas como objetos alimenticios, en este caso con todo tipo de harina. Este tema de investigación fue motivado por el I Concurso Nacional de T’anta wawas que organizó y continúa organizando el Museo Nacional de
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Ríos Acuña, Sirley. “Las expresiones sitoplásticas de Todos los Santos y Día de los difuntos.” Ñawinpukio, revista cultural, 2 (diciembre 1999), pp. 11-13.
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