Fotografías (de arriba-abajo): Archivo Ministerio de Cultura de Perú. 2012.
Don Primitivo Evanán Poma (68) recuerda que cuando era un niño de seis años observó a sus padres dibujar figuras humanas a lo largo de un tronco silvestre para obsequiar a una pareja de amigos que construían su casa. Ese tronco silvestre es una Tabla de Sarhua. Una de las más interesantes manifestaciones artísticas del ande peruano. Y está presente en Ruraq Maki, hecho a mano, en el Ministerio de Cultura.
El origen de las Tablas de Sarhua se pierde en los confines del tiempo. No hay historiador o antropólogo que haya encontrado su raíz. Es una tradición que se resiste a morir. Don Primitivo afirma que obsequiar una Tabla de Sarhua a quien construye una casa es el sincero deseo de felicidad y prosperidad.
Nos la describe: Las firmas de los obsequiantes están abajo, a partir de allí se dibujan (en colores naturales y con la ayuda de una pluma de ave) las fisonomías de los esposos, los hijos, los abuelos, los amigos, luego viene la imagen de la Virgen de la Asunción, los usos y costumbres, los mitos, la cosmovisión de un pueblo, y arriba, como una corona, los apus y el sol. Todo, en una sola pieza de tronco rústico, o cedro, de dos metros, más o menos.
Los donantes son los compadres de la pareja que construye su casa. También obsequian materiales de construcción y alimentos (una merienda compuesta de trigo o de quinua, con quesillo y carne de res), llevan música, chicha de jora. Se organiza una fiesta. Una de las muchas que don Primitivo ha vivido desde su niñez. Y allí aprendió.
Don Primitivo recuerda: “En la década del setenta dejé Sarhua (distrito de la provincia de Víctor fajardo, a 125 kilómetros de Huamanga) y llegué a Lima. El señor Pablo Macera se enteró de este arte y me convenció de continuar con la tradición”. La investigación de sus orígenes está pendiente. Pero don Primitivo nos informa que por su comunidad pasó el cronista indígena Felipe Guamán Poma de Ayala, y es muy posible que “haya dejado su enseñanza”.
Don Primitivo y las Tablas de Sarhua forman parte de la exposición Ruraq Maki, Hecho a mano, en la sala Nasca del Ministerio de Cultura. Hasta el próximo 29 de julio.
El origen de las Tablas de Sarhua se pierde en los confines del tiempo. No hay historiador o antropólogo que haya encontrado su raíz. Es una tradición que se resiste a morir. Don Primitivo afirma que obsequiar una Tabla de Sarhua a quien construye una casa es el sincero deseo de felicidad y prosperidad.
Nos la describe: Las firmas de los obsequiantes están abajo, a partir de allí se dibujan (en colores naturales y con la ayuda de una pluma de ave) las fisonomías de los esposos, los hijos, los abuelos, los amigos, luego viene la imagen de la Virgen de la Asunción, los usos y costumbres, los mitos, la cosmovisión de un pueblo, y arriba, como una corona, los apus y el sol. Todo, en una sola pieza de tronco rústico, o cedro, de dos metros, más o menos.
Los donantes son los compadres de la pareja que construye su casa. También obsequian materiales de construcción y alimentos (una merienda compuesta de trigo o de quinua, con quesillo y carne de res), llevan música, chicha de jora. Se organiza una fiesta. Una de las muchas que don Primitivo ha vivido desde su niñez. Y allí aprendió.
Don Primitivo recuerda: “En la década del setenta dejé Sarhua (distrito de la provincia de Víctor fajardo, a 125 kilómetros de Huamanga) y llegué a Lima. El señor Pablo Macera se enteró de este arte y me convenció de continuar con la tradición”. La investigación de sus orígenes está pendiente. Pero don Primitivo nos informa que por su comunidad pasó el cronista indígena Felipe Guamán Poma de Ayala, y es muy posible que “haya dejado su enseñanza”.
Don Primitivo y las Tablas de Sarhua forman parte de la exposición Ruraq Maki, Hecho a mano, en la sala Nasca del Ministerio de Cultura. Hasta el próximo 29 de julio.
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